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El Afganistán soviético/ 1

Karmal y la guerrilla acosan a Najibullah

Pilar Bonet

Un helicóptero fue derribado por un misil de la guerrilla el domingo por la mañana en el aeropuerto de Kabul, mientras el líder afgano, Mohamed Najibullah, y el embajador de la URSS, Pavel Mozhaev, decían adiós a un regimiento de defensa antiaérea soviético. Simultáneamente, una manifestación incontrolada en apoyo del ex dirigente Babrak Karmal quien ha demostrado que no renunciará fácilmente a lo que te queda de poder se desarrollaba en la ciudad.

La columna de humo que levantaba el helicóptero derribado podía verse desde la explanada situada ante la fortaleza de Bani Hisar, donde se celebraba la ceremonia de despedida. Y otro tanto sucedía con los tres paracaídas en que se pusieron a salvo los tripulantes del aparato. Ocurrió, sin embargo, que la Prensa estaba de espaldas, concentrada en los vetustos muros derruidos de la fortaleza que defendió a Kabul de árabes y británicos, y sobre ,todo en Babrak Karmal, el presidente del Consejo de Estado, que aparecía como un polizón en la ceremonia.

Tarde y solo

Karmal llegó tarde y solo, se instaló en un lugar marginal de la tribuna y no cruzó una palabra con sus compañeros de la dirección. Tanto él como Najibullah, el hombre que le ha sustituido al frente del Partido Popular Democrático de Afganistán (PPD), pertenecen a la facción Parcham de éste y ambos son pashtunes de nacionalidad. La facción Parcham era el grupo intelectual y minoritario del partido, de carácter urbano y prosoviético. La fracción Jalq, en cambio, tiene un origen rural y características más nacionalistas. Oficialmente no existen hoy diferencias programáticas entre Parcham y Jalq en el seno del partido de carácter prosoviético que gobierna Afganistán. Fuentes diplomáticas en Kabul, sin emba, rgo, afirman que no sólo se maintienen las- diferencias, sino que han surgido incluso otras nuevas en el seno del Parcham, donde existen tres matices distintos. La intervención de Moscú en diciembre de 1979 apoyaba a los Parcham, prosoviéticos, en contra de la política radical de Amín, quien había eliminado a Taraki, más sensible a las presiones soviéticas.Las diferencias entre Najibullali y Karmal no tienen quever, según medios diplomáticos, con distintas alternativas políticas y son marginales a la cuestión de la presencia de las tropas soviéticas. Se trata, según estos medios, de la necesidad impuesta desde la.URSS de arrinconar a los viejos líderes y dotarse de otros, con una imagen más presentable.Najibullah, de'40 años, es el hombre del momento. Sin embargo, su pasado como jefe de los servicios de seguridad (JAL), su política -más dura y represiva que la de Karmal en lo interior (lucha contra la Wrrupción, nuevas normativas más estrictas para el servicio militar y campaña para mayor disciplina en la Administración y el Ejército) le granjean oposición. En las filas del PPD hay quien recuerda que Karmal fue el iniciador de la política de reconciliación nacional que Najibullah ha convertido en su principal divisa junto al reforzamiento del Ejército afgano, niinado por la deserción y su faltade preparación militar, que tratan de remediar la URSS.

Un gesto crispado dominaba el rostro del tanquista que avanzaba detrás de los periodistas el domingo en la columna de vehículos soviéticos que abandonan Kabul entre dos clareadas filas de espectadores, mayoritariamente vestidos a la occidental.

Dificil control

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Las mujeres con chador y los hombres con turbante que se mueven por el bazar de Kabul faltaban entre las filas de funcionarios, oficiales y escolares. A lo lejos, una masa de gente con una densidad superior a la existente junto a los carros de combate indicaba que había acontecimientos capaces de restarle audiencia a éstos. Fuentes iriformadas señalaban después que se había desarrollado una manifestación de, apoyo a Karmal.La sensación de que el Gobierno de Najibullah controla la situación ha sido puesta en entredicho en diferentes ocasiones ante los integrantes del grupo de periodistas que acudimos a presenciar el inicio de la retirada de seis regimientos soviéticos. Un misil fue disparado contra uno de los Antonov 26 que regresaba desde Shindand a Kabul con una veintena de personas a bordo el día 15, tras haberlas transportado a la primera ceremonia de despedida.

El Gobierno afgano temía que la guerrilla, que al parecer se acerca hasta pocos kilómetros de Kabul, intentara una acción con objeto de demostrar ante la Prensa occidental que el Gobierno no controla la situación. De ahí las apabullantes medidas de seguridad desplegadas.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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