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Viento y polvo acompañan la retirada parcial soviética de Afganistán

Gran despliegue publicitario para la operación

Pilar Bonet

Un regimiento soviético de tanques, compuesto por más de 1.000 soldados y unos 1-50 vehículos en total, según estimaciones aproximativas, abandonó ayer una árida llanura desértica azotada por el viento y barrida por el polvo en las inmediaciones de la ciudad de Shindand (situada en la parte occidental de Afganistán). La ceremonia de despedida, presidida por el líder afgano, Moharried Najibula, y por el embajador de la URSS en Kabul, Pavel Mozhaev, fue observada por un centenar de corresponsales de diversas nacionalidades, entre ellos la de EL PAÍS.

El regimiento que se alejó ayer de nuestros ojos envuelto en la polvareda lleva por nombre Praga, pues en 1945 entró con las tropas soviéticas victoriosas en esa ciudad, al concluir la II Guerra Mundial. El regimiento, que fue fundado en 1942, se dirigía a la URSS a través del puesto fronterizo de Kushka, cerca de la ciudad de Torghundi, según afirmaron fuentes soviéticas.En una alocución pronunciada desde una improvisada tribuna, Najibula aseguró que Afganistán es hoy "más fuerte que nunca", refiriéndose a la capacidad militar del Ejército afgano. El líder ofreció, por otra parte, 11 un compromiso razonable" a las fuerzas de oposición dispuestas a colaborar en un "Gobierno de unidad nacional".

La operación iniciada ayer en Shindand, que las autoridades afganas han rodeado de un gran despliegue publicitario, marcaba el comienzo de la retirada de seis regimientos soviéticos que, según lo anunciado por el Ministerio de Defensa de la URSS, concluirá a finales de octubre con la salida de 8.000 hombres pertenecientes a tres regimientos, antiaéreos, dos de infantería motorizada y uno de tanques.

Esta retirada, que ha sido caracterizada por la URSS como un gesto político de buena voluntad con el fin de revitalizar la atmósfera de cara a la solución del conflicto, está lejos de una total retirada de las tropas soviéticas que entraron en Afganistán en 1979 en apoyo de Babrak Karmal. Estas tropas sumaban, según estimaciones occidentales anteriores al día de ayer, unos 115.000 hombres.

La ceremonia de ayer reunió a los máximos dirigentes de Afganistán, incluido el sultán Alí Ketcham, jefe del Gobierno, el ministro de Defensa, Nasar Mohamad, y el ministro del Interior, Sayed Mohamed Golobzob. Ausente estaba, sin embargo, Babrak Karmal, quien el pasado mayo fue relevado al frente del Partido Popular Democrático (PPD) de Afganistán por Najibula, y ocupa ahora un puesto de carácter ceremonial equivalente al de jefe de Estado,

Cohetes de la resistencia

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Para la Prensa internacional, la jornada había comenzado a las cuatro de la madrugada. Cinco aviones de hélice el transporte militar soviético (tipo Antonov 26) llevaron a los periodistas hasta una base militar no identificada de la URSS, que se encontraba situada a una distancia comprendida entre los cinco y los ocho kilómetros de: Shindand. Tres horas y media. emplearon los Antonov 26 en recorrer, protegidos por intermitentes lanzamientos de magnesio, una distancia (desde Kabul a Shindand) que en línea recta supone unos 600 kilómetros. Los aviones volaban a 7.000 metros de altura para evitar ser alcanzados por algún eventual disparo de cohetes tierra-aire efectuado por la resistencia, que, según explicó el jefe soviético del aparato en que volaba esta enviada especial, tienen misiles capaces de alcanzar 3.000 metros de altura.

Tiendas de campaña de grandes dimensiones y lujosamente equipadas con sillones y bufés repletos de comida esperaban a los invitados, que, después de asearse en lavabos al aire libre, se colocaron junto a la tribuna presidencial flanqueada por la población afgana y soviética vestida de paisano. La tribuna estaba engalanada de consignas de saludo y despedida escritas en ruso y en dari (farsi), que es la lengua hablada por los tadjiks, tanto en la URSS como en Afganistán.

Najibula, de 39 años, elogió a los soldados soviéticos y les agradeció la ayuda prestada, al tiempo que insistió en el aumento de la capacidad defensiva de las fuerzas regulares afganas. "Reciente operaciones en Jost y en Herat, así como en otros sitios muestran clararnente el aumento de las posibilidades de las fuerzas armadas de Afganistán y su preparación para lograr sus objetivos por sí mismas", dijo Najibula, cuya apariencia, en traje de faena militar y gorro, evocaba para algunos la, imagen de Fidel Castro.

Ciencia de la victoria

Jost se encuentra cerca de la frontera con Pakistán, y Herat al norte de Shindland. Herat fue escenario de enfrentamientos armados a princilpios del pasado verano. El Gobierno de Kabul dijo poteriormente haber obtenido una importante victoria ahí, pero la situación parece más compleja.

Los soldados soviéticos han enseñado a los afganos, según Najibula, la ciencia de la victoria. "Hoy somos más fuertes que nunca", señaló el dirigente, tras afirmar que "aumenta la afluencia de voluntarios" en el Ejército y que se había "reforzado la potencia militar" de éste. Tenemos hoy las armas y la técnica militar más modernas", agregó, para prometer después la victoria contra el enemigo. En esta categoria, Najibula colocó a Estados Unidos, Pakistán e Irán, por la ayuda que prestan a la resistencia armada contra el régimen de Kabul. "Nuestra revolución ¡lo se compra con dólares y marcos", señaló. A las fuerzas políticas dispuestas a crear un "Gobierno de unidad nacional", Najibula ofreció "un compromiso razonable" que no elaboró.

["Si la injerencia y la intervención exterior se detienen, las Fuerzas Armadas y el Gobierno de Afganistán podrán resolver los problemas de una forma independiente", dijo el general Nikolai Chervov, del Estado Mayor soviético, quien anunció ayer en Moscú, en una conferencia de: prensa, la retirada de las tropas, informa Reuter. Pero avisó: "Si prosigue la intervención, la. Unión Soviética no abandonará a su vecino".]

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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