El cuento de Guerra

Muy amante de los niños debe de ser el vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, ya que, en medio de sus múltiples y agobiantes quehaceres, halla hueco y ocasión para aparecer en las pantallas de televisión y entretenerlos con un delicioso cuento. Mirad, niños -vino a decirles-, en el Parlamento hay un señor muy listo llamado Enrique Curiel que se empeña en pedir un papelito, y en seguida todos los demás señores que hay allí, y que responden a nombres tan repelentes como Agustín Rodríguez Sahagún, Óscar Alzaga, Miguel Herrero de Miñón y otros aún más temibles, se quitan el chupete de la boca y piden también el mismo papelito que pidió el malvado Enrique Curiel. Pero resulta que ese papelito es muy peligroso, queridos niños, y está bajo la custodia del valeroso príncipe Guerra y sus esforzados paladines, queno se lo dejarán arrebatar por ninguna chusma coaligada contra la paz y el sosiego que disfruta. el feliz país del cambio. Se trata, queridos niños, de una conjura Judeo-marxista-izquierdista-centrista-derechista contra el sagrado deirecho psocialista a mantener en secreto nuestro preciado gran arcano. Pero no temáis, queridos niños, con nuestra, invencible tizona e impenetrable adarga clarernos buena cuenta de todos los malandrines y follones que buscan nuestra ruma.Recordad lo que sucedió cuando aquella primera pareja humana quiso comer el fruto del árbol del bien y del mal. Se nos vino encima el follón universal. No queráis saber demasiado, queridos niños, conservad vuestra santa ignorancia.-