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Crítica:CINE / 'ME HACE FALTA UN BIGOTE'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Excelente mediometraje

Este filme se estrenó en Madrid durante el pasado mes de agosto, mala, muy mala fecha para lograr que una película alcance audiencia, si se la merece. Su presentación cogió a este comentarista a contrapié y en otras latitudes, por lo que tuvo que buscarla, ya exiliada de las salas de estreno, en el cementerio de los cines de barriada y programa doble. Con desvergonzada frecuencia así, en las peores condiciones y fechas, se estrena en España el cine español.Una película de Manuel Summers no se parece a ninguna de otro director cinematográfico. Acierte o no, este cineasta posee un estilo muy diferenciado, que hace que sus películas sean identificables como suyas sin ninguna dificultad. Este su último filme, Me hace falta un bigote, cuando menos en parte, lleva acusadamente su marca de fábrica y, pese a sus vaivenes, que llevan a la película desde lo menos a lo más interesante del cine de Summers, merece, y mucho, la pena verse.

Me hace falta un bigote

Guión y dirección: Manuel Summers. Producción: Summers. Productor ejecutivo: Lara Polop. Fotografía: Tote Trenas. Música: Carlos Vizzielio y David Summers. Decorados: Gumersindo Andrés. Montaje: María Elena Sainz de Rozas. Española, 1986. Intérpretes: Jacobo Echeverría, Paloma Osorio, Gregorio García Morcillo, Pedro Civera, Manuel Summers. Madrid Cine Victoria.

Es Me hace falta un bigote, y esto no es nada nuevo, una película sobre la creación de otra película. A este tipo de ejercicios argumentales de cine sobre cine les acosa el peligro -que hirió, a mi juicio mortalmente, a una obra tan calculada como La noche americana, de Truffaut- de que el desdoblamiento entre la película en sí y la que es esbozada dentro de ella desequilibre el resultado final.

Si, para no salir de la misma referencia, en La noche americana el interés se lo llevaba la parte del filme donde se narra el rodaje del otro filme, en Me hace falta un bigote ocurre todo lo contrario: es este otro filme, el imaginado y encerrado en aquél, la parte del metraje que alcanza la altura, gracia y singularidad que distingue, cuando acierta, a la imaginación y el estilo de este cineasta. Por el contrario, la parte actual, el soporte envolvente de la otra película, es notoriamente inferior a ésta.

Ese soporte actual no tiene apenas destellos: es meramente funcional, un hábil recurso que estira al filme hasta la hora y media convencional, y casi nada más. En cambio, la otra parte, la película imaginada o recordada desde este soporte, está llena de aciertos, de encanto e incluso de algunas escenas memorables, como la reconstrucción de la llegada a Madrid del actor mexicano Jorge Negrete; la preciosa escena donde el niño protagonista, completamente borracho, se siente morir y hace un delicioso testamento; la trepidante escena de la misa después de que los monaguillos viertan un frasco de tinta china en la pila del agua bendita y el cura, mientras oficia, les dé patadas; la escena en la que los chavales son vigilados por un seminarista golfo, que se dedica a manosear a la criada de la casa; la imagen de la marcha de los niños falangistas hacia El Escorial.

Talento amable

Es, la que contiene estas y otras escenas, una hora de película realizada con talento amable y más ácido de lo que parece, con suave gracia, un ejercicio muy notable de reconstrucción visual del Madrid de los años cuarenta y un cuento narrado con gran soltura e inventiva, ese tipo de inventiva que no lo parece, que tiene el raro aroma de la fantasía cuando se disfraza de documento. Sólo por este tiempo Me hace falta un bigote se merece infinita mejor distribución y exhibición que la que ha tenido en un desierto Madrid agosteño. La media hora restante, la parte actual que apoya argumental y funcionalmente a la evocada, sobra. Pero el hecho es que está allí y que convierte al filme en un largometraje irregular, con un magnífico mediometraje dentro.

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