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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Falacia crítica

Lo primero que llama la atención en la crítica de Carlos Piera al libro Teoría semiótica. Lenguajes y textos hispánicos, de M. A. Garrido Gallardo (aparecida en EL PAÍS, Libros, el pasado 4 de septiembre de 1986) es justamente la ausencia de crítica a la obra que le da excusa para escribir contra la semiótica, el marxismo, el psicoanálisis, el estructuralismo francés (aunque sus mismos creadores, hoy muertos, uno loco y otro del que se habla ya muy poco, se negarán a ser metidos en la misma bolsa por lo que de reduccionismo escolar implicaba e implica aún) y la misma existencia de otros métodos y teorías que permitieran a las ciencias sociales abordar la realidad desde sus mismas contradicciones y, aún más, crear nuevos objetos de estudio.Desde Bachelard sabemos teóricamente que las ciencias no progresan, rompen con saberes que, por ideológicos, operan como obstáculos para el conocimiento. Me parece oír las mismas voces que proclaman que el psicoanálisis está superado. ¿Cómo puede estar superado lo no conocido, a tenor de la orientación conductista y experimental que asume la carrera del psicólogo en España? Es bueno para las ciencias que hacen de la dialéctica, de la ruptura epistemológica, de la ideología y su discurso y del inconsciente instrumentos de análisis que ya no estén de moda, porque ésta siempre es trivial.

¿Acaso no se sirve el sistema social de ese poner de moda modos y maneras de pensar diferente lo que es evidente (real, dicen algunos) para quitarle hierro y peligrosidad a todo lo que pueda contravenir, desmitificar y roer el pulcro y aparentemente monolítico discurso de las ideas, prejuicios y creencias que intentan dar coherencia a la estructura económica? Pero, de todo esto ya escribió Barthes.

Recomiendo leer o releer su libro Crítica y verdad, escrito en 1966. Veinte años y se le sigue atacando. ¡Por algo será! Me remito a él y a su puesta en claro de las llamadas reglas de lo verosímil crítico: la objetividad, el gusto y la claridad, como normas para el comentario literario, ya no nos valen (exclusivamente) para quienes buscamos un más allá (¿o habría que decir un más abajo?) de toda producción humana, aun la de escribir textos y textitos.

Nadie le exige al señor Piera que haga nueva crítica o que incorpore elementos de teorías que le repulsan, pero los "tontos y/o inteligentes" que perseveramos en aquello "que ha pasado de moda" agradecemos un comentario (el suyo) que evidencia la fortaleza de nuestra postura epistemológica y todo el camino aún por recorrer para demostrar la falacia de quienes quieren convertir a la otra crítica en un puro formalismo histórico.-

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