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Reportaje:

Ser ruina o fortaleza

Depósito de agua, coso, palomar, alcoholera, destinos de la veintena de castillos de Madrid

Unos sirven para sostener antenas; otros, para aprender jardinería, o para criar palomas, o para almacenar agua, o para lidiar ganado bravo, o simplemente para construir modernos chalés. Son los castillos de Madrid. En total, una veintena, de los que sólo uno puede considerarse de libre acceso: el de Manzanares el Real, propiedad de la Comunidad. La mayoría está en ruinas, datan de los siglos XIII al XV, y así seguirá; el presupuesto regional de 1986 no ha incluido un solo duro para restaurarlos.

Parecerse al castillo de Manzanares el Real, el único que tiene en propiedad la Administración autonómica y el único que se puede visitar, debe ser el sueño de la veintena de torreones y murallas de los siglos XIV y XV que malviven en Madrid.En Paracuellos del Jarama sólo queda el aljibe; en Perales de Tajuña, sólo ya una torre, pinchada con antenas de televisión; en Chinchón hay tres castillos: uno sirvió como alcoholera y ahora la Comunidad quiere dedicarlo a archivo; otro, el castillo de Casasola, es propiedad de Clementino Clemente Ocaña; el tercero es la fortaleza de Valderrodela, que ha sido engullida por el cerro que presidía.

Fuentidueña del Tajo tiene una muralla y cuatro esquinas que recuerdan a torres, en donde se alberga el agua del pueblo y una descalcificadora. En los años veinte sirvió de cantera para las carreteras; en Villamanrique de Tajo, sólo un pequeño muro ha resistido el paso de los siglos.

De alquiler diario

El castillo de Manzanares el Real se alquila desde hace 10 años para reuniones o recepciones de tipo social. Antes lo hacía la Diputación Provincial; ahora, la Comunidad autónoma.Los precios del alquiler van desde las 80.000 hasta las 300.000 pesetas diarias, según las dependencias que se alquilen. Los banquetes nupciales están prohibidos, no así las románticas convenciones de Seat, BMW y varias agencias de viajes. La principal utilidad de la antigua fortaleza de los duques del Infantado son los congresos de la Administración regional y algunas cenas de gala. El pasado año hubo hubo 40 actos oficiales.

Manzanares el Real cuenta también con salas de exposiciones. Ahora, junto a una muestra pictórica permanente, acoge una exposición sobre los edificios restaurados por el Gobierno regional. La visita cuesta 65 pesetas, aunque con descuentos para grupos y gratis para centros docentes. El único castillo de la Comunidad preparado para los turistas recibió en 1985 a unas 100.000 personas.

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Para 1987, el Servicio de Protección del Patrimonio de la Comunidad ha solicitado a la Consejería de Cultura obras por valor de 300 millones. Entre los proyectos presentados están la restauración de las murallas de Buitrago -el castillo, medio en ruinas, tiene el patio de armas dedicado a plaza de toros por un particular-, y una amplia reforma del torreón de Barajas, en un extremo de la Alameda de Osuna y sitiado por construcciones contemporáneas.

Para más adelante se ha quedado la torre del Homenaje de Villarejo de Salvanés, propiedad del Ayuntamiento y restaurada parcialmente en los años sesenta por la Dirección General de Bellas Artes. Cuando se decida su reforma se fijará la utilidad de lo que fue alojamiento de El Empecinado.

Un joven heredero

Bien cuidado pero con litigios y desavenencias entre herederos, el castillo de San Martín de Valdeiglesias tiene pendientes retos judiciales. Cuando el pasado año se suicidó su propietario, las autoridades municipales y autonómicas quisieron adquirir la fortaleza, pero aún no saben quién es el interlocutor válido, pues el primer heredero resultó ser un niño de cuatro años. Mientras se deshace el entuerto, permanece cerrado y sin utilidad alguna.En Torrejón de Velasco, con los mismos líos de herencias, cada vez hay más ruinas y menos castillo. Por lo menos, un cartel tiene el detalle de anunciar el peligro de derrumbamiento.

Ayuntamiento y Gobierno madrileño andan también detrás de la posesión de la torre de Arroyomofinos -construida en el siglo XV en ladrillo rojo, con detalles de gótico flamígero- para convertirla en centro cultural. Su propietaria, María Ángeles Martorell, hija de la duquesa de Almenaralta, la ha empleado como palomar y granero. Su interior está seriamente deteriorado.

El castillo de Santorcaz, prisión del cardenal Cisneros, de la princesa de Éboli y de Juan de Luna tiene en 1986 muy difícil su reconstrucción. Las ruinas del siglo XIII guardan en su interior un coqueto chalé de hace 18 años, propiedad de Juan Díaz Cristóbal.

Francisco Parga es el dueño y señor del castillo de Villanueva de la Cañada, plaza de los dos bandos durante la guerra civil, epicentro de la batalla de Brunete: "Lo compró mi abuelo, un marinero asturiano, a la marquesa de Bolaños, en 1917, junto con toda la finca que ocupa hoy la urbanización de Villafranca del Castillo. Después de la guerra civil la gente comenzó a llevarse las piedras, hasta el punto de que ahora lo más bonito que tiene es el emplazamiento".

El castillo de Villanueva está a 27 kilómetros de la Puerta del Sol; la leyenda dice que ahí nació el pirata Barbarroja. Junto a él se destaca desde hace 10 años una antena de seguimiento de satélites. "Ha pasado desapercibido y nunca nos han hecho una propuesta para ayudar a restaurarlo y darle alguna utilidad, que sería lo lógico", dice Parga.

Teresa de Bustos y Figueroa, duquesa de Andría, es la propietaria de la torre de Pinto, restaurada hace ocho años con la ayuda de Bellas Artes; construcción bien conservada, pero sin actividad alguna.

En los años cuarenta la torre sirvió de escenario a actos de beneficencia; ahora recibe la visita del guarda de la finca y de unas 10 personas a la semana, que deben pedir permiso al guarda.

Otros también se mantienen gracias a la restauración. Es el caso del castillo de Villaviciosa de Odón, levantado por Juan de Herrera, y que hoy sirve para archivo del Ejército del Aire; o del castillo de Viñuelas, de propiedad privada, que posee una brillante colección de armaduras.

La antigua residencia de Garcilaso, el castillo de Batres, es propiedad de Luís Moreno de Cala, miembro de la Asociación Española de Amigos de los Castillos. Moreno ha restaurado completamente su fortaleza y la utiliza como escuela de jardinería.

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