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LA LIDIA / LAS VENTAS

Toreo castellano del mejor

Un toreo recio, hondo y dominador, toreo castellano en su mejor versión, hizo ayer Sánchez Puerto en la plaza de Las Ventas. Cortó una oreja en cada toro; salió a hombros por la puerta grande. Diez años llevaba el diestro manchego buscando esta oportunidad de triunfo, y otros diez la afición madrileña buena esperándola.La afición madrileña buena sabía de las calidades de Sánchez Puerto. Cuando se presentó de novillero en esta plaza en la primavera de 1976 ya dio la versión pura del mejor toreo castellano. De entonces acá toreó poco, los toros le embestían mal o, aún peor, no le embestían nada en absoluto. Exhibía detalles y la afición madrileña buena advertía en ellas el advenimiento, próximo o remoto del toreo total.

Domínguez / Hernández; Manili, Sanchez Puerto, Galindo

Cuatro toros de Domínguez Camacho; primero y quinto de Murube. Todos muy bien presentados; y de juego desigual. Uno de Martínez Elizondo, viejo y manso, para el rejoneador Leonardo Hernández (palmas, y protestas cuando saluda). Manili: dos pinchazos y estocada contraria perdiendo la muleta; la presidencia perdonó un aviso (aplausos y salida al tercio); dos pinchazos y estocada (aplausos y salida al tercio). Sánchez Puerto: media (oreja); pinchazo y buena estocada (oreja). Salió a hombros por la puerta grande. Fernando Galindo: estocada caída (vuelta). Plaza de Las Ventas. 15 de agosto.

Ayer tampoco le embistieron bien los toros a Sánchez Puerto, en el sentido de la boyantía con que se encuentran cada tarde las figuras de las exclusivas. Le embistieron broncos como su primero, o manejables pero con media arrancada como el segundo. Y a ambos les hizo faena. Dos faenas distintas, perfectamente acopladas a las condiciones de cada res.

La que cuajó a su primero fue, con perdón, de maestro: ayudados para fijar a la fiera violenta, series en redondo pasándosela cerca, mandando y templando la brusquedad de las acometidas, unos ayudados a dos manos, otro rodilla en tierra. El público estaba en pie y le aclamaba. "!Lo firmaría Domingo Ortega.", grito un aficionado madrileño bueno.

En el otro toro dio ayudados por alto. Se recreó en los redondos, sacó naturales como el que saca petróleo pues ya el toro miraba alto, embestía corto y humillaba poco. De nuevo los ayudados hondos, un kikirikí, el pinchazo entrando a fe -que no resta puntos-, el estoconazo, el triunfo. "!No hay toreros!", lamenta el tópico. ¿No los hay? Pues ahí están los de ayer, con ambición, técnica, valor y estilo.

Quizá ese sea el problema: que si se les da paso, a ver qué hacen los exclusivistas con sus exclusivizados. Un Sánchez Puerto en franquía puede ser un peligro serio para todos ellos. Hasta el mismo rejoneador, que toreó bien y clavó desigual, acaso sería gente entre los de su oficio, con más actuaciones.

Valiente

También Manili, que se ha consolidado lidiador experto y responsable, y en cuanto ha olvidado los recursos tremendistas, deja advertir una sevillanía muy espontánea y auténtica, que enriquece de frescura y alegría sus faenas.

Torero valiente, cada vez más conocedor del género que le ponen delante, al que, siendo malo, saca partido. Así hizo ayer en sus dos toros, nada lucidos, y aun se permitió el lujo de trazar un pase de pecho sensacional, casi circular.

Con el mejor toro, el tercero de la tarde, Fernando Galindo hizo una bonita faena, muy lograda en las tandas de naturales. Al otro, poderoso y cabeceante, lo muleteó con aseo. No se le podía exigir más y ya para entonces el público, que disfrutó en los toros el día de la Paloma, como está mandado, se aprestaba para despedir al manchego Sánchez Puerto, en su tarde grande, que aún ha de conocer mejores fastos, si le dan la oportunidad de exhibir todo el toreo castellano bueno que lleva dentro.

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