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Cierra en París el principal museo impresionista del mundo

Soledad Gallego-Díaz

El famoso Museo del Jeu de Paume, que contiene la mejor colección de pintura impresionista del mundo, cerrará sus puertas el próximo día 18 y no las volverá a abrir hasta 1988, convertido en sala de exposiciones temporales. La colección pasará al nuevo Museo D'Orsay, cuya inauguración está prevista para el 9 de diciembre. Quiere decirse que durante casi cuatro meses París perderá uno de sus mayores atractivos culturales.

El Jeu de Paume habrá quedado en la memoria de millones de personas como uno de los museos más íntimos y deliciosos del mundo. Situado en uno de los extremos de los jardines de las Tullerías, en pleno centro de París, y con vistas sobre la plaza de la Concordia, el pequeño pabellón ha sido durante casi 40 años centro de peregrinaje de pintores, estudiantes y amantes del arte y de centenares de miles de turistas para los que la visita a la capital francesa no estaba completa sin haber admirado los cuadros de quienes revolucionaron la pintura, enamorados de la luz y de los paisajes.

Víctima del éxito

El museo ha sido víctima de su propio éxito. El edificio fue construido en 1862 por encargo de Napoleón III, que quería regalar una especie de cancha de tenis a su hijo, el príncipe imperial que después moriría en Sedán. Desaparecidos los Bonaparte, el pabellón, convenientemente remozado, pasó a albergar exposiciones temporales de pintura. Marcel Proust lo visitó en 1921 para contemplar el cuadro que algunos consideran como la obra cumbre de la historia de la pintura, la Vista de Delft, del holandés Vermeer, exhibido por primera vez en Francia. Los historiadores cuentan que el cuadro le costó a Proust un ataque de asma.Fue después de la II Guerra Mundial, en 1947, cuando René Huyghe, uno de los conservadores del Museo del Louvre, pensó que la pequeña sala de exposiciones podía ser un marco mucho más alegre y adecuado para la colección de impresionistas que las oscuras y polvorientas salas del antiguo palacio real en las que colgaban los cuadros hasta ese momento. La respuesta del público fue inmediata y el Jeu de Paume comenzó a recibir, él solo, casi tantos visitantes como el Louvre: más de 8.000 personas al día.

"La afluencia de público es tan grande que el museo se ha quedado pequeño", explican sus directivos. El pabellón tiene 1.545 metros cuadrados destinados a exposición y solo 35 como vestíbulo de recepción. Cuando llueve, los visitantes tienen que guardar pacientemente la cola bajo el diluvio. Para colmo, la colección ha ido aumentando gracias a donaciones y a compras y en la actualidad el museo posee casi 700 telas, de las que sólo puede exhibir unas 300, y eso en condiciones demasiado sobrecargadas.

El nuevo Museo D'Orsay, que reunirá el conjunto de la creación artística entre 1800 y 1914, ofrecerá a los impresionistas todo el espacio que necesitan. El Orsay, instalado en una antigua estación de ferrocarril, les ha reservado salas llenas de luz en las que podrán exhibirse los 700 cuadros.

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