El pasado 30 de julio
una lectora de Madrid se preguntaba por qué España es la única nación de Europa -incluso del mundo, decía- cuya lengua no recibe el nombre de la nación. Lo preguntaba, entiendo, a causa de la denominación que la lengua de Cervantes ha recibido de los científicos y de los autores de la Constitución.El organismo que vela por la lengua cervantina es la R. A. de la Lengua Española. Esta institución no tiene competencia alguna sobre las demás lenguas del Estado, representadas, respectivamente, por el Institut d'Estudis Catalans, la Real Academia Galega, la Euskaltzindia y la Academia della Llingoa Asturiana, a pesar de que el asturiano no goza de oficialidad autonómica. Además, todos los diccionarios bilingües se titulan español-francés, english-spanish, etcétera. Por todo ello, la denominación de la lengua a que hacemos referencia ha de ser siempre, a mi juicio, español (en América jamás dicen hablar castellano).
Pero es aquí cuando viene el problema. Si el español es la lengua de la nación española, el catalán lo es, lógicamente, de la nación catalana, como el gallego y el vasco lo son de..., etcétera. Esto no podía ponerse en la Constitución, que habla de nación española única en todo el territorio del Estado, y por ello los legisladores decidieron que el castellano fuera tan español como el catalán, supongo que con gran sorpresa de los catalanohablantes del Rosellón. Sin embargo, donde la señora Ovejero se confunde es al hablar de los nombres de nación como nombres de Estado. No es culpa suya, muchos ciudadanos aún no han entendido aquello de un Estado plurinacional.
Rusia era tal, una nación, con otras naciones sometidas en su imperio. La Unión Soviética es un Estado federal de repúblicas iguales. Inglaterra conquistó y asimiló a Gales, Escocia e Irlanda (cuatro naciones), formando el Reino Unido (Estado). Como nación hegemónica se enfrentaba o tenía relaciones con Castilla / España. Por ello todos eran ingleses, puesto que no podía haber relaciones hispano-escocesas, y lo de británicos no era muy entendido por aquí.
Finalmente, decirle que su tratamiento de las lenguas africanas me parece sencillamente colonialista. Nos guste o no, e independientemente de la producción literaria, hay más hablantes de swahilí que de catalán, danés o sueco; de urdú que de italiano, y si hay afticanos que hablan francés o inglés (casi nunca entre ellos) es a causa de la herencia colonial, que, si bien les permite acceder a las lenguas más importantes (mejor, hegemónicas), lo es a cambio de sacrificas el desarrollo de la propia.-
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