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CERCO AL 'APARTHEID'

Margaret Thatcher, otra vez frente a tirios y troyanos

La primera ministra británica, Margaret Thatcher, declaró hace tres meses a EL PAÍS, al ser preguntada sobre la abstención preconizada por la derecha española en el referéndum sobre la OTAN: "Nosotros defendemos nuestras posiciones sin vacilaciones, estemos en el Gobierno o en la oposición".Y una vez más, en la ya larga película de las sanciones a Suráfrica, Margaret Thatcher ha vuelto a protagonizar el papel de Margaret Thatcher. Como antes en las Malvinas, o como en el tema de las contribuciones británicas al presupuesto comunitario, la dama de hierro se ha enfrentado a tirios y troyanos y ha defendido contra viento y marea su conocido punto de vista de que el desmantelamiento de lo que ella llama "el aborrecible apartheid" se conseguirá por medio de la negociación y no creando "un desierto económico" en aquel país.

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Eficacia insignificante

Las concesiones, lo que ella calificó de compromiso para satisfacer a los que tanto en la Comunidad Europea como en la Cominonwealth creen en la eficacia de las sanciones, ha sido mínimas, "insignificantes en palabras de Rajiv Gandhi, primer ministro de la India, que ha criticado duramente con su voz suave y su sonrisa triste y eterna la actitud de la líder británica. Para Gandhi, Margaret Thatcher ha comprometido con su actitud la dignidad humana.

En términos parecidos se expresaron el primer ministro de Zimbabue, Robert Mugabe, y el presidente de Zambia, Kenneth Kaunda, para quienes Thatcher ha dado primacía a los intereses británicos sobre los derechos humanos abandonando a su suerte al pueblo de Suráfrica. Sin embargo, Kaunda, que había amenazado con abandonar la Commonwealth si no se adoptaban las sanciones, declaró que no pensaba hacerlo y que la actitud adoptada por los primeros ministros de Australia, Robert Hawke, y de Canadá, Brian Mulroney, era "reconfortable".

Las críticas de sus compañeros de la Commonwealth no hicieron la menor mella en la primera ministra, que sigue convencid;a de que su actitud es la correcta. En su aparición ante los periodistas pasada la una de la madrugada, Margaret Thatcher, que empezó calificando la minicumbre y el comunicado final como "un ejemplo de consenso", insistió una y otra vez en que sus "medidas económicas" y las que tome la Comunidad Europea tendrán "un impacto mucho mayor en Suráfrica" que las adoptadas por la Commonwealth.

Todo se ve según el color del cristal con que se mira, vino a decir Thatcher, para quien las 800.000 personas con pasaporte británico o con derecho al de residentes en Suráfrica le impiden romper las relaciones consulares.

Pero, ¿y los valores morales a los que aludían los líderes del Tercer Mundo? La respuesta fue típicamente anglosajoría: "¿El interés británico demanda que procedamos así".

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