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Los jóvenes artistas plásticos españoles reciben su triunfo con escepticismo

Encuentro en Santander de nuevos creadores

Los jóvenes creadores plásticos españoles están situándose con paso seguro en el panorama internacional del arte. Esto ha dado pie a la celebración del seminario Los nuevos creadores españoles: imagen y sonido en la década de los ochenta, que se celebra desde el lunes en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) de Santander. Algunos, como José María Sicilia y Cristina Iglesias, por citar sólo a los que participan en este curso, han sido destacados por la más prestigiosa crítica norteamericana. Son jóvenes y obtienen el éxito profesional a una edad que muchos consideran demasiado temprana. Una fortuna que es en muchos casos recibida con escepticismo.

Los nuevos creadores españoles: imagen y sonido en la década de los ochenta es un seminario motivado por un interés en despertar el diálogo con algunos de los jóvenes artistas españoles que figuran en los primeros lugares de la escena actual. Para cercar el terreno de discusión, el director del curso, Francisco Calvo Serraller, quiso señalar algunos de los rasgos que según él definirían a ese creador español que está alcanzando prestigio profesional en la presente década. Hay en la obra de este artista una natural asimilación u homologación al resto de la producción artística internacional. No hay nada que distinga la obra de un joven creador español, por el hecho de serlo, de la de otros artistas de su generación en el resto de Europa o Norteamérica. Este cambio da relevancia a una obra que tiende a desarrollar caracteres autobiográficos, en los que el testimonio personal es lo importante. Es para ellos también mucho más fácil circular de una disciplina a otra, de la pintura al diseño, de la arquitectura a la escultura y de la música al vídeo.Los artistas plásticos fueron los primeros participantes en este seminario y, a pesar de la diversidad de sus opiniones, llegaron a confirmar en parte esta hipótesis con sus testimonios.

El Hortelano (32 años) citó 25 influencias en su obra. Desde los ovni hasta los "excesos de todo tipo"; de las estampas religiosas a la observación de los panales, el sexo, los libros científicos o el Greco, Rembrandt y Goya, fueron desfilando como piezas sueltas que definían un todo menos caótico de lo que prometía.

Javier de Juan (28 años), de inicial formación como arquitecto y luego como diseñador gráfico, ha decidido concentrarse en la pintura y el dibujo. El continuo autodescubrimiento en el desarrollo de su obra tuvo un primer momento de conflicto al enfrentarlo con la obra de generaciones anteriores, al feísmo de los cincuenta.

La escultora Cristina Iglesias (29 años) percibe en el espacio simbólico de una habitación el lugar que debe ocupar su obra. El suyo fue un breve discurso poético para exponer la sensación inicial ante el proceso creativo. La actitud de José María Sicilia (31 años) fue parecida. Él expuso la evolución de los motivos que figuran en su obra, su deseo de evitar hacer una pintura narrativa, su búsqueda de la síntesis hacia la inexistencia del motivo. Tom Carr (30 años), como escultor, retomó el tema del espacio y la luz citando trabajos suyos en los que esta investigación había cobrado una dimensión más profunda.

El público participante en el seminario pareció recibir ese discurso con cierta desconfianza. Sin dudar de la sinceridad de los expositores, la discusión se deslizó velozmente a terrenos más resbaladizos. El éxito social y económico del artista joven parece siempre sospechoso. La manipulación de los medios y el riesgo de la sobrevaloración de una obra que la gran mayoría de espectadores no se siente segura de respaldar podrían ser algunas de las razones de esta reacción.

Los artistas, bajo esa lupa de la sospecha, coincidieron en su absoluta inconsciencia del problema de la distribución de la obra durante el acto creativo. Acto que además no consideraban concluido con la última pincelada, sino que se prolongaba hasta el montaje de la exposición, un aspecto importante que ha cobrado vigencia en el mundo artístico recientemente.

Los nuevos creadores parecían ser acusados culpables de su éxito y víctimas victoriosas del opresivo y manipulador mercado del arte. Guillermo Paneque (22 años), el más joven de los artistas plásticos asistentes a este seminario, afirmó que es necesario e importante que el artista se preocupe por los resortes del mercado como algo colateral la obra, sin por eso hacerla más o menos válida.

En la mañana de ayer, un arquitecto, Gabriel Allende (34 años); un diseñador, Juan Ariño (41), y un ingeniero, José María Goicolea (31), plantearon un aspecto diverso del problema que enfrenta el arte de esta década. Juan Ariño pone en duda la existencia de las fronteras entre diseño, arquitectura e ingeniería.

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