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Irlanda quiere recuperar el mercado británico

La devaluación en un 8% de la libra irlandesa decidida el pasado sábado por el comité monetario de la Comunidad Europea es consecuencia directa de la depreciación continuada que vienen sufriendo el dólar y, sobre todo, la libra esterlina y que han provocado fuertes restricciones en el comercio exterior de la República de Irlanda. El Reino Unido es, de lejos, el principal país comprador de productos irlandeses y la pérdida de más de un 7% del valor de la esterlina respecto al conjunto de monedas de los países industrializados ha perjudicado las exportaciones.Las exportaciones irlandesas supusieron un total de 13.600 millones de ECU en 19,85, de los que el 45% tuvieron como destino el Reino Unido. El hecho de que la libra esterlina no forme parte del Sistema Monetario Europeo y, por lo tanto, la fluctuación de su tipo de cambio sea más libre que la correspondiente a la divisa irlandesa ha provocado un fuerte incremento del déficit comercial exterior de Irlanda. Las previsiones inciales de déficit de la balanza de pagos irlandesa para 1986 se cifraban en 240 millones de libras pero se han revisado hasta elevarlo a 285 millones de libras.

Por otra parte la ya bautizada como guerra del dólar entre Estados Unidos y la República Federal de Alemania se acentuó este fin de semana con un aumento de las presiones por parte de Washington para que Bonn de un giro a su política económica y bancaria.

Círculos financieros alemanes destacan al respecto que el Gobierno norteamericano está dispuesto a seguir permitiendo que su moneda continúe devaluándose frente al marco en los mercados internacionales.

El presidente del banco federal estadounidense, Paul Volcker, exige que Alemania Occidental, al igual que Japón, se preocupen más de potenciar el crecimiento económico y hagan bajar los tipos de interés de sus respectivos bancos estatales. Con el dólar como arma, Estados Unidos amenaza para que cumplan con sus exigencias o de lo contrario atacará con su moneda a las exportaciones.

Sin embargo, en círculos gubernamentales y bancarios alemanes reina el escepticismo acerca de los deseos del Gobierno estadounidense de que Alemania Occidental, con un incremento de sus importaciones, ayude a reducir el gigantesco déficit económico norteamericano. Sólo el 7% de las importaciones germano-occidentales proceden de Estados Unidos, mientras el 65% vienen de la Comunidad Europea.

Asimismo, los alemanes refutan las críticas acerca del supuesto crecimiento cero en este país, como afirman en Washington, y señalan que la producción industrial es un 3,5% mayor que hace un año y los pedidos internos han aumentado en un 4%.

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