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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La selectividad

Acaban de terminar, un año más, las pruebas de acceso a la universidad y escuelas especiales, unas pruebas que no parecen convencer a nadie de los que participan: a unos, por tenerlas que sufrir, y a otros, por tenerlas que soportar.Y decimos que no parece que convenzan a nadie por cuanto si los alumnos que superaran esas pruebas tuvieran plaza en la facultad que ellos desearan, serviría, eso sí, para seleccionar a los mejor dotados intelectualmente. Pero la realidad es otra muy distinta, debido a la gran masificación de estudiantes que desean acceder a la universidad y escuelas especiales, de tal forma, que se dan casos tan paradójicos como el de alumnos con excelente vocación para una determinada carrera, como por ejemplo Medicina, que, en virtud del númerus clausus impuesto en estas facultades, tienen qye estudiar, por ejemplo, Derecho, que en nada se parece a la primera, con lo que habremos obtenido un médico y un abogado frustrados.

Desde hace unos años se viene observando un mejor nivel de conocimientos en los alumnos que acuden a la selectividad, a juzgar por las notas que traen en sus expedientes de bachillerato. Nada más lejos de la verdad; lo que ocurr e es que los colegios en general, y muy poco los institutos, inflan las notas ante la eventualidad de que sus alumnos no sean admitidos en la.s facultades que deseen. Como el sistema se ha generalizado de forma alarmante, las notas de los citados expedientes suben como la espuma. El resultado de ello es que alumnos que obtengan una puntuación mínima (el mínimo es el 4 sobre 10 puntos) alcanzan -una media final considerable y, en consecuen.cia, los mínimos de exigencia para entrar en determinadas facultades suben también de forma alarmante de un año a otro.

Otro problema que venimos observándo es la repetición de los temarios; en algunas asignaturas, son iguales los de un año que los, del siguiente, con lo que el alumno obtiene mejores resultados, pero no porque sepa más, sino porque los ha preparado, o se lo han hecho preparar, con más picardía.

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Hay que cambiar el sistema. La selección hay que hacerla, pero de otra manera. Yo personalmente, entiendó que la selección se debería de hacer en las propias facultades, por cuanto el profesorado de una facultad sí que debe saber el nivel de conocimientos que deben de tener sus alumnos para que, cuando menos, puedan entender con relativa facilidad las explicaciones que vayan a recibir. Pero esa selección en las facultades se debería hacer de la forma más aséptica posible, y creo que en ese sentido sólo hay una, y es la computadora que no puede saber de influencias extrañas, ni de cartas de recomendación. De esta for ma, aquel alumno que a lo mejor no es buen estudiante de bachillerato, pero sí puede ser un buen universitario, estudiará la carrera, para la que tenga vocación, no importaría que a lo mejor le costara 2-3 años en aprobar el ingreso, pero estudiaría lo que él quisiera y no lo que le impusieran en virtud de unas notas obtenidas de una manera un tanto discutible, como acabamos de ver. Se acabarían las frustraciones entre muchos universitarios que están estudiando algo que ni les convence, ni les gusta, ni tienen vocación.-

catedrático de la universidad Complutense de Madrid.

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