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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un discurso "nauseabundo"

EL DISCURSO que el presidente Reagan acaba de pronunciar sobre la política norteamericana con respecto a África del Sur ha causado una profunda decepción tanto en EE UU como en el extranjero. Habían circulado noticias de que por fin EE UU iba a adoptar una actitud neta de repudio del Gobierno de Pretoria y de la represión brutal que éste aplica contra la mayoría negra. Nada de eso ha ocurrido. Reagan ha concentrado sus mayores esfuerzos dialécticos en convencer al Congreso de que debía renunciar a la aplicación de sanciones contra África del Sur. El principal argumento que ha utilizado es que tales, sanciones dañarían a los negros. Para ello ha utilizado el ejemplo de la cebra: si se ataca a las rayas blancas también las negras morirán. Resulta sorprendente escuchar este ejemplo de la cebra en boca de Reagan, ya que se podría aplicar a Nicaragua: la ayuda a la contra no daña solamente a los sandinistas, sino a numerosos campesinos, mujeres, niños, víctimas de las acciones armadas sostenidas por EE UU. Pero la realidad surafricana es que el actual régimen de dominación blanca ha significado la muerte de miles de negros en los últimos años como consecuencia de la represión. Hoy miles de dirigentes negros se hallan encarcelados o huidos para escapar a la persecución policiaca. Los representantes de la población negra exigen de los países extranjeros la aplicación de sanciones económicas -aunque tengan que sufrir ciertas consecuencias-, ya que consideran que es la única forma de obligar -al Gobierno a cesar en la represión y a aceptar la negociación con los negros.El marco general en el que hace falta situar el discurso de Reagan está trazado por la necesidad que tiene, en particular para su política en Centroamérica, de aparecer como defensor en todas las latitudes de la democracia y de la regla de la mayoría. Chile le crea problemas. Pero en el caso de África del Sur la contradicción es aún más llamativa. Además, la opinión pública norteamericana es muy sensible al problema surafricano, y el voto negro de capital importancia cara a las elecciones de medio término de la legislatura que se celebrarán este año. La Cámara de Representantes ha votado ya unas sanciones que de aplicarse implicarían el cese de toda relación comercial y económica entre EE UU y África del Sur. Y en el Senado incluso un grupo de republicanos ha advertido a Reagan que está decidido a votar asimismo en favor de,las sanciones. Por otro lado hay una evolución de la Prensa, y el Washington Post subraya en un reciente editorial que la opción ya no es entre "compromiso constructivo" y sanciones, sino "entre sanciones y una escalada hacia la guerra civil". Con sanciones bien organizadas, agrega, se puede acabar con la sensación de un apoyo occidental al apartheid. Tal es hoy el problema más candente. La actitud de "convencer a Pretoria" se viene aplicando con diversas fórmulas desde hace décadas. El resultado está a la vista: oleadas represivas cada vez más brutales hasta la situación actual, en que la desesperación de las masas negras está llegando a un punto límite. De modo que el obispo Tutu, premio Nobel de la Paz, recibido en la Casa Blanca durante una visita a EE UU, ha calificado el discurso de Reagan de "nauseabundo".

Estas declaraciones de Reagan coinciden además con la segunda visita del secretario del Foreign Office a Pretoria. Las posiciones de Reagan y de la señora Thatcher están impidiendo hoy que los países occidentales adopten de manera general y eficaz medidas de presión sobre el presidente Botha. En las próximas semanas tanto en EE UU como en Europa el tema surafricano estará en el centro de serias batallas políticas. Está por ver si el presidente norteamericano logra imponer su criterio al Congreso. En cuanto a, Europa, conviene tener en cuenta la posición singular en que se encuentra el Gobierno británico. Por un lado, el 3 de noviembre tendrá que hacer frente a la presión de la Commonwealth. Pero cumple recordar que sir Geoffrey Howe ha ido a Pretoria no solamente como ministro británico, sino también como presidente, en este semestre, de la Comunidad Europea, y tendrá que dar cuenta aquí de su gestión. Los países europeos que, como España, se han pronunciado por las sanciones van a tener, pues, una posibilidad de ejercer una presión muy directa sobre la posición británica.

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