Sastre y Aranguren
Una pequeña y benigna referencia a Aranguren en un artículo mío -un fugaz recuerdo de las vicisitudes que acompañaron a nuestras cartas a Fraga Iribarne sobre las torturas a los mineros asturianos en 1963- lo ha movido a escribir una réplica en la que ha dicho, entre otras cosas, que quizá yo he oído campanas y no sé dónde. Esto me hace reír un poco en mi calidad de campanero -uno de los campaneros- de aquellas campanadas. Decir "calvario" resulta un poco enfálico, pero, si ello tuviera algún interés público, que no lo creo, se podría contar cómo sucedieron las cosas. José Bergamín y Pere Quart, por quienes siento una rendida admiración, han muerto, pero entre José María Castellet y no sé cuántos amigos más podríamos reconstruir muy bien aquellas jornadas y de cómo José Bergamín fue acosado y aislado en aquellos graves momentos, y de la particación de Aranguren en aquel acoso, que abocó al segundo exilio de Bergamín, episodio que yo no puedo recordar todavía sin dolor, cólera y tristeza.
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