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Crítica:FLAMENCO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Noche triunfal para Morente y Manolete

El homenaje a Lorca se quedó en realidad en unos cantes hechos por Enrique Morente al final de su actuación, sobre textos del poeta que murió hace 50 años. Textos de Yerma y Doña Rosita la soltera, y aun algunos de ellos entreverados con coplas populares. Además, sin mucha variedad en los géneros flamencos, casi todo tangos, con algo por bulerías en la última serie. Tampoco hizo ahí, creo yo, Morente su mejor cante, pues la insistencia en los mismos estilos le llevó a una cierta monotonía.Su mejor cante lo había, hecho el cantaor granadino de entrada, en un largo recorrido, sin interrupción, por algunos de los palos clásicos del flamenco, brillando singularmente en la malagueña del Canario -que Enrique hace siempre en maestro- y en los varios cantes por siguiriyas que hizo, remate por cabal incluido, con grandeza y profundidad. Después, unos cantes de los llamados de ida y vuelta, en realidad cantes americanos aflamencados, sobre los que Enrique viene insistiendo últimamente con acierto fundamentado sobre todo en su gran musicalidad.

Noche de Flamenco (homenaje a Lorca)

Cante: Enrique Morente, con Gerardo Núñez, Paco Cortés y Montoyita al toque y Hermanos Carbonell y Zahira en palmas y coros. Baile: Manolete, con La Cintia (bailaora); Luis El Polaco, Ramón El Portugués y Diego (cantaores), y Felipe Maya y Paco Cortés (tocaores). Granada, Generalife, 4 de julio.

Ya sabemos que Morente es hombre de fans que le siguen ciegamente o de quienes repudian con pareja ceguera su forma de cantar. En su tierra, y en un recital evidentemente de prestigio, tuvo un triunfo apoteósico, yo creo que merecido, aunque en algunos momentos me pareció frío.

Otro granadino en la segunda parte, esta vez bailaor. Y gran bailaor, indiscutiblemente. Manolete es un gitano sin mucho gitanismo en su baile. Lo que le falta, quizá, de pellizco, de arrebato temperamental o racial, le sobra de elaboración cerebral. En Granada dio un recital concluyente, que no deja resquicio a la duda. Su farruca fue hermosa, personalísima, mimándola hasta la ternura en ocasiones, rompiendo así con la tradición de hacer de este género un baile de pelea, agresivo, sin justificación alguna a mi parecer. También puso su sello en el resto de los bailes que hizo -siguiriyas, soleares, bulerías-, teniendo junto a él a La Cintia, una bailaora que supo estar a su lado sin desmerecer un ápice.

Recital complejo, rico, para el recuerdo, posible gracias a las colaboraciones atrás de artistas que sería injusto olvidar.

Cante extraordinario de Ramón El Portugués, en una de las noches que mejor le hemos oído, y de Luis El Polaco. Y toque de lujo para el baile de Maya y Cortés, los dos espléndidos.

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