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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Relevos en Yugoslavia

EL CONGRESO de la Liga de los Comunistas de Yugoslavia, que acaba de clausurarse, se ha celebrado en el marco de una situación económica grave y entre problemas políticos de entidad. Económicamente, Yugoslavia padece una inflación del 80% anual, junto a un elevado índice de paro, su producción interior y las exportaciones se encuentran paralizadas y soporta una deuda externa de unos 19.000 millones de dólares. Al mismo tiempo, en el aspecto político se ha planteado el problema de la estructura misma del Estado ante la tendencia de diversas repúblicas a desarrollar actitudes particularistas y nacionalistas, que menoscaban los intereses comunes del conjunto de la República Yugoslava. No se trata solamente del caso de Kosovo, donde las tensiones entre albaneses y serbios han revestido especial gravedad. El problema es más general y dimana de la debilidad, de los instrumentos de Estado capaces de coordinar la política económica general.Cuando se fundó el nuevo Estado federal yugoslavo, al término de la Segunda Guerra Mundial, una preocupación dominante del Gobierno comunista era lograr una coexistencia entre nacionalidades que se habían enfrentado durante siglos, como los serbios y los croatas, y ello propició un sistema constitucional basado en el respeto a los poderes máximos de cada república federada. Posteriormente, cuando se produjo la ruptura con el estalinismo y la autogestión se convirtió en lema del socialismo yugoslavo, las tendencias descentralizadoras recibieron un nuevo impulso. La personalidad de Tito, su poder indiscutible, palió los efectos negativos de tales tendencias y, tras su muerte, el 12º congreso de la Liga se prometió garantizar la continuidad.

Ahora, en el 13º congreso, la situación es completamente distinta. La preocupación central ha residido en elaborar medidas más eficaces para salir de la crisis económica y en superar las tendencias centrífugas en el funcionamiento del Estado y del partido. Un hecho positivo es que en los congresos de las repúblicas, lo mismo que en el de la juventud comunista, que sirvieron de preparación para el congreso de la Liga, se manifestaron críticas contra la política seguida hasta ahora y los motivos de descontento de la población. Todo ello no dejó espacio al optimismo artificial que ha caracterizado, en otras épocas, a los congresos de los comunistas yugoslavos, y que ;sigue siendo norma en el bloque soviético.

Un mes antes del congreso se había constituido un Gobierno de tecnócratas, en el que figuran 11 economistas, 3 ingenieros... Los políticos profesionales ocupan ya pocos cargos. Este Gobierno adoptó, en vísperas del congreso, una serie de medidas de austeridad, cargando el acento en la necesidad de poner fin a los métodos burocráticos paralizantes. El otro problema central de los debates ha sido el de cómo combinar el respeto a los derechos de las diversas repúblicas con una política asumible por el conjunto. Las dificultades son enormes y algunos consideran que no se superarán sin una reforma constitucional. En todo caso, a nivel de la Liga de los Comunistas, se han introducido cambios que dotan al nuevo Comité Central de mayores poderes para influir sobre las organizaciones de cada república, y uno es el que afecta al sistema de elección. Hasta ahora, el congreso se limitaba a refrendar una lista que englobaba las propuestas de las diversas repúblicas, mientras que esta vez el congreso ha elegido por voto secreto al nuevo Comité Central. La consecuencia ha sido una renovación de 1,17 miembros entre los 165 existentes.

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Finalmente, en las cuestiones de política internacional, en la reafirmación de una posición de no alineamiento, existe un acuerdo completo. Lo que refleja, en su grado, un consenso nacional, creado a lo largo de años de experiencia. Si se recuerda la delicada situación estratégica de Yugoslavia en los Balcanes, no cabe duda que ese consenso es un factor positivo para la seguridad europea. Pero el peso de sus graves problemas económicos no ayuda a que Yugoslavia pueda desempeñar un papel notable en la escena internacional.

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