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Dos viejos sueños

A través de su Pell de brau (Piel de toro), Salvador Espriu hablaba de la unidad de los pueblos ibéricos, de su deseo de que los hombres vivan eternamente en la difícil y merecida libertad. Una libertad que el poeta quería llevar hasta las últimas líneas de su literatura.Ayer Ricard Salvat contaba cómo Salvador Espriu, maestro inaccesible durante años, llegó al gran público gracias al teatro y a los cantantes. Ante este hecho, Espriu le confesó: "Mi gran sueño sería que algún día se cantaran mis canciones y nadie supiera quién es el autor".

José Monleón, director en 1969 de Amics i coneguts, recibió, junto con Núria Espert, numerosos reproches y críticas por un supuesto tratamiento ligero del lenguaje de Espriu. Monleón declaró ayer a este periódico que como respuesta a esta actitud y a estas críticas, recibió una carta de Espriu en la que empleaba duros términos hacia los puristas de su literatura. "Por fin", escribía Espriu, "que acabe Franco por fin para poder salir de la hornacina, que acabe Franco para de ser gentes beatificadas, que España sea un país libre para que nosotros dejemos de ser beatos de la cultura catalana".

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