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Un guardia civil muerto y otras 12 personas heridas enn varios atentados en Bilbao y Guipúzcoa

Un guardia civil perdió ayer la vida y otras 12 personas, 11 de ellas miembros de las fuerzas de seguridad del Estado, han resultado heridas en una serie de cuatro atentados con explosivos iniciada poco antes de las tres de madrugada en Bilbao e interrumpida a las 8.30 en las proximidades de Zarauz. Esta cadena de atentados parece apuntalar la idea de que ETA se ha lanzado a una ofensiva de bombas contra las patrullas urbanas y rurales de las fuerzas de seguridad del Estado. Asimismo, la policía desarticuló en Guipúzcoa un comando legal de ETA Militar y otro de información. Un ertzaina ha sido detenido como presunto integrante del primero de los grupos.

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Detenido un 'ertzaina' presunto miembro de ETA

La bomba que estalló a las 2.40 horas en la calle de Cortes de Bilbao, en el centro de prostitución y alterne local, al paso de dos coches de la Policía Nacional, estaba compuesta por 25 kilogramos de Goma 2 y 30 más de metralla. Y el atentado que costó la vida, en el alto de Meagas, cerca de Zarauz, al guardia civil Francisco Muriel Muñoz pudo haber provocado también la muerte de sus seis compañeros si el vehículo policial en el que viajaban se hubiera despeñado finalmente, tal y como pretendían los terroristas. Los heridos más graves son los guardias; civiles José: María Baltasar Gil, Carlos Marrero Sanabria, Alfonso Vidal Triano y Manuel Ángel Arenal Linares. Cuatro policías nacionales, los guardias civiles Luis Pérez Bao, Juan Carlos Carvallo, José Luis Jiménez Barba y un vecino de Bilbao completan la larga relación de heridos. Todos los artefactos fueron accionados a distancia por comandos apostados estratégicamente en puntos que les permitían controlar el paso de las patrullas policiales.

En Bilbao, la bomba de 25 kilos de Goma 2 y 30 de metralla estaba en un contenedor metálico, camuflada entre cascotes de obra y material de desecho. La explosión, potentísima, desconchó las paredes de los edificios inmediatos y rompió los cristales de manzanas enteras hasta el quinto piso.

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Los tornillos, de grueso tamaño, dispuestos para actuar como metralla perforaron las persianas metálicas de acero de garajes y establecimientos y ocasionaron desperfectos en vehículos y comercios. Puede decirse que los cuatro agentes de la Policía Nacional salvaron la vida gracias a la precipitación del comando, que accionó el dispositivo de la potentísima bomba momentos antes de que el primer coche policial se situara a la altura del contenedor.

Fuentes policiales subrayaron a primera hora de la mañana que el atentado pudo haber provocado una carnicería no sólo entre las dotaciones, policiales, sino también entre el vecindario. Los cuatro agentes y el transeúnte, que ayer tarde permanecía hospitalizado pese a que su estado no reviste gravedad alguna, resultaron heridos en la cara y los brazos por trozos y partículas de cristales.

Los integrantes del comando, al parecer dos chicos y una chica jóvenes que habían observado la explosión a cierta distancia, desde el interior de un Seat Panda rojo, huyeron inmediatamente después y abandonaron el vehículo en la calle de Zabala, próxima al lugar. El Seat Panda rojo fue robado el viernes por la tarde en el aparcamiento de la universidad de Lejona y su propietario retenido por un miembro del comando hasta pasadas las tres de la tarde de ayer.

Tras el atentado, la policía llevó a cabo uno de los controles de identificación en el barrio, ante el desconcierto de los clientes y prostitutas que permanecían en los establecimientos abiertos a esa hora. El pasado jueves, los vecinos de este barrio salieron a la calle en manifestación exigiendo mayor protección policial contra los robos y atracos. El atentado se produce un día después de que una bomba, colocada en una grúa de unas obras de Portugalete, hiriera a un trabajador de 18 años, al que le ha sido amputado el antebrazo izquierdo. El grupo Iraultza (Revolución) reivindicó el hecho.

La segunda explosión de ayer se produjo, a las 7.05 horas, en el alto de Orio, en la carretera de la costa guipuzcoana que une a esa última localidad con Zarauz. Un artefacto, colocado en el talud de la carretera, estalló al paso de un vehículo de la Guardia Civil, causando heridas leves al guardia José Luis Jiménez Barba.

Muerto en el acto

Una hora más tarde, a unos cuatro kilómetros de ese lugar, en la carretera de Meagas, otra bomba de considerable potencia alcanzó de lleno a la furgoneta Nissan en la que viajaban siete guardias civiles miembros de los Grupos Antiterroristas Rurales (GAR). Francisco Muriel falleció prácticamente en el acto y cuatro de sus compañeros quedaron gravemente heridos, con los cuerpos doblados sobre el amasijo de chatarra en que quedó convertida la furgoneta blindada. Con mejor suerte, un quinto guardia civil salió despedido del vehículo para caer a varios metros.

La bomba, que arrasó los matorrales y arrancó de cuajo ramas enteras, estaba igualmente colocada en el talud de una curva ante un precipicio, con el evidente ánimo de provocar la caída de la furgoneta. La cuarta bomba explotó a unos metros de la anterior, y un cuarto de hora más tarde, cuando efectivos de la Guardia Civil rastreaban el terreno en las inmediaciones del atentado.

Fuentes del hospital de la Cruz Roja de San Sebastián indicaron ayer tarde que todos los guardias que resultaron heridos de gravedad presentan traumatismo craneal y múltiples heridas de metralla. Anoche, Carlos Marrero se encontraba en estado muy grave y, estaba siendo intervenido. El funeral por Francisco Muriel Muñoz, de 30 años, soltero, natural de Archidona (Málaga), se celebrará hoy en Logroño, ciudad en la que estaba destinado.

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