_
_
_
_
Tribuna:EL MAYOR FABULADOR DEL SIGLO XX
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Irradiación del verso

Durante noches sucesivas, Borges habrá soñado en tigres innumerables, en ríos y en láminas -páginas o espejos- transparentes, en cuchillos y desarios, tal vez menos imposibles de lo que el lector imagina. Porque el lector sabe, acostumbrado ya al deambular inquisitivo por las páginas del maestro, que su lectura ha de constituirse como una complementaria labor imaginativa de explorador, paralelo.Dormido ahora, su obra. y sus versos seguirán soñando en nosotros. Si no la fama cumplida (me refiero al Nobel), su gloria es segura, y la irradiación de sus palabras -acendrada en el recuerdo de su voz en alguna cinta escucliadaha de perdurar como perdura la reiteración de las tardes, el fulgor del sol en una esquina arrabalera o la resonancia de un verso español transido de melódico incursionismo inglés. A Borges, aparte del desvío escandinavo, le tocó mejorar y aligerar -que es lo mismoun legado de rotundidad sonora. Del río hispánico supo extraer una música a veces opaca, siempre decantadamente discursiva, más convincente y sobre todo persuasiva que brillante. Es decir, y Borges siempre ha dicho cosas en sus versos, modular la voz más dificil.

El poeta descubrió, en primer lugar, junto a las vanguardias europeas, su reducción ísinica (¡los Ismos de Ramón Gómez de la Serna!) en clave ultraísta. En Suiza debió de recorrer recientes poemas expresionistas en torno a los años veinte. Los trigres borgeanos, aparte del parentesco con las panteras enjauladas de un Rilke o de un Benn más desafiante, conforman una primera zona de contacto con ese europeísmo o cosmopolitismo militante que siempre le caracterizó.

En 1923, Fervor de Buenos Aires. Recorrido por la ciudad, paseo urbano y suscitación de los ensueños desde la oposición del sujeto al fragor y a la dispersión; pero no, fervor preciso, descubrimi,ento de que la ciudad cercana y la lejana coinciden en el fiel de una mente recuperadora del tiempo que se va menos desde que la sensibilidad lo va recomponiendo mejor en el poema. Buenos Aires o Benares, cotidianeidad y aventura sin exotismo, que da en el blanco a redescubrirse, la página.

En tomo al año 1914, Europa, España, trató con Cansinos Assens, con revistas como Grecia y Cosmópolis. Lo familiar y lo insólito acompaffian tina aventura que no es tanto de mítologías como de atención a una visión más minuciosa de la vida.Toda la literatura, como un libro inmenso a cuyo pie pone una firma que no desmerece del legado y de un afán de emulación que le lleva a intentar algo no menos importante que algunas páginas de Melville, de Stevenson, de Julian Green o de Henry James. Si el relato funciona como un juego de perspectivismos que: relativizan el sentido único de la historia, el poema es también una resonancia doblemente sentida de otros ecos en una voz inconfundible. Cantar el paso del tiempo, pero acendrado en la, irrecuperabilidad del presente que el verso hará imperecedero.

Con sus antecesores, en su lugar de la palabra más honda con ecos franceses, alemanes e ingleses, Jorge Luis Borges ha recuperado para la poesía híspánica un acento de oxigenada intemporalidad, cuyos retornos han de seguir ahondando la lectura.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_