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Siria e Irak negocian un acercamiento por primera vez desde 1980

Los Gobiernos ole Siria e Irak se encontrarán mañana, por primera vez desde 1980, en las personas de sus ministros de Asuntos Exteriores, Faruk el Chareh y Tareq Aziz, respectivamente. Las partes irán a la mesa de negociaciones a regañadientes, llevadas de la mano por el rey Hussein de Jordania y sobre todo presionadas por sus comunes padrinos: Arabia Saudí y Kuwait, que les envían miles de mulones de dólares a fondo perdido, y, en menor medida, la Unión Soviética, que les arma.

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El papel clave del rey Hussein

Si los ministros de Siria e Iralk consiguen un principio de acuerdo sobre la reapertura del oleoducto iraquí que atraviesa suelo sirio, y si fijan la fecha y condiciones de una próxima entrevista entre sus respectivos presidentes, el contacto del viernes habrá sido un gran éxito.El escepticismo, sin embargo, planea sobre el acontecimiento. Días antes de la reunión, a comienzos de esta misma semana., Siria e Irak han multiplicado las mutuas declaraciones hostiles. El presidente sirio, Hafez el Asad, ha declarado que sus relaciones con Irán tienen un "carácter estratégico" y, no van a variar. En Bagdad, Tared Aziz ha vuelto a acusar a Damasco de pretender anexionarse Irak a través de su alianza con Irán.

La Prensa siria sigue publicando artículos en los que se afirma que la guerra emprendida por Irak contra la revolución islámica del imam Jomeini "sólo sirve a Israel" y se denuncia el empleo de armas químicas por las tropas iraquíes. Se afirnia asimismo que Irak es el autor de la campaña de atentados con explosivos que, en marzo y abril, ensangrentó varias ciudades sirias. Una tesis poco creíble, dada la perfecta ejecución de las acciones terroristas, que hace pensar en servicios secretos más desarrollados.

Tampoco se callan los medios de comunicación iraquíes. Al Thaura (La Revolución), portavoz del Partido Baaz de Irak, acaba de publicar un editorial que califica la alianza libio-siria como la de "la traición, la complicidad y la animosidad". Siria, dice ese periódico, "está obsesionada en organizar conspiraciones contra la resistencia palestina y la unidad de Líbano".

Es la necesidad, fundamentalmente la económica, la que obliga a los ministros de Exteriores sirio e iraquí a sentarse a conversar el viernes en un lugar no precisado de la frontera común o eterritorio jordano próximo a esa frontera.

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Un tema será tabú en la entre vista: la guerra del Golfo. Los ministros sólo están autorizados a explorar la posibilidad de reapertura del oleoducto iraquí que atraviesa Siria y desemboca en las cercanías de la ciudad libanesa de Trípoli, cerrado desde que Sadam Husein lanzó sus tropas contra las de Jomeini, en septiembre de 1980. También tienen que intentar despejar el camino para un posible encuentro entre Hafez el Asad y Sadam Husein, tal vez en el marco de la cumbre árabe extraordinaria convocada para el mes próximo en la ciudad marroquí de Casablanca.

Un odio secular

Damasco y Bagdad se odian como sólo dos vecinos y familiares mal avenidos pueden hacerlo. Las dos ciudades compiten por la hegemonía en la región desde que los califas omeyas fueron derrocados por la dinastía Baasida y la capital musulmana del mundo fue trasladada desde la primera a la segunda. Eso fue en los primeros tiempos del islam.

En los tiempos modernos, Damasco y Bagdad pugnan por la dirección del movimiento político e ideológico del que ambas se reivindican: el baazismo.

El Partido Socialista del Renacimiento Árabe, más conocido como Baaz, fue fundado tras la II Guerra Mundial por Michel Aflaq, un profesor sirio de confesión grecoortodoxa. Sus postulados teóricos son la secularización de la sociedad, la nacionalización de los principales recursos productivos y la unidad del mundo árabe en un solo Estado. En la actualidad, los dirigentes sirios e iraquíes se consideran a sí mismos los auténticos baazistas.

La presión árabe

Arabia Saudí y Kuwait son los padrinos económicos de Siria y de Irak. De esos países del Golfo reciben miles de millones de dólares al año en forma de subsidios. Siria, en su calidad de país en el frente de lucha contra Israel; Irak, por su misión de centinela en Chat el Arab frente a la revolución islámica.

Los Estados del golfo Pérsico han sido decisivos a la hora de impulsar la importante reunión del viernes. A través del rey Hussein de Jordania han hecho saber a Hafez el Asad que debe acercarse a un país árabe, Irak, que lucha contra otro no árabe, Irán, si quiere seguir recibiendo el flujo de dólares. Irak también precisa mejorar sus relaciones con Siria para reabrir el oleoducto que permite la salida de su petróleo.

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