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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Los 100 días de Corazón Aquino

LA PRESIDENTA de Filipinas acaba de presentar en una conferencia de prensa un primer balance de su gobierno, a los 100 días de hacerse cargo del poder. A primera vista, puede parecer que las condiciones de la transición, con un movimiento popular arrollador que llevó Cory Aquino a la presidencia, otorgaban a ésta una gran libertad para efectuar una ruptura y gobernar partiendo de un papel en blanco, sin ataduras con el pasado. No era tal la realidad: en sus 20 años de dictadura, Marcos había creado una red muy tupida de intereses tanto en el aparato estatal como en la economía. Además, la incorporación del Ejército, con sus principales jefes, al cambio democrático fue decisiva, y otorgó, a algunos generales, como Fidel Ramos, una influencia considerable en la nueva situación. Y el equipo Aquino-Laurel, vencedor en las elecciones, que representa a tina oposición muy enraizada en sectores de la alta sociedad filipina, aunque ha conquistado un gran prestigio entre las masas del pueblo, no representa a las fuerzas de izquierda, que en la práctica no han tenido ninguna presencia en el nuevo Gobierno. Estos antecedentes ayudan a comprender las grandes dificultades que necesita superar Corazón Aquino.El problema número uno es el de las guerrillas, y en primer lugar las comunistas, que son las que tienen mayor fuerza. Controlan zonas rurales extensas. La nueva presidenta afirmó desde el primer momento una voluntad negociadora. Fueron liberados presos y se decretó una amnistía, pero los resultados fueron muy escasos, y los combates han continuado. Por eso ha causado sensación el anuncio, hecho por la presidenta, de que van a comenzar conversaciones preliminares con la guerrilla comunista y de que ésta ha designado ya su negociador, Saturnino Ocampo, un Periodista encarcelado por Marcos durante siete años. En el seno del Partido Comunista Filipino se han enfrentado dos posiciones, una más intransigente, que propugnaba la lucha armada "igual que antes", y otra partidaria de intentar la negociación. Cabe suponer que esta segunda ha logrado, al menos como paso inicial, una actitud positiva ante las posibilidades de negociación que supone el nombramiento de Ocampo. Otro éxito importante de Cory ha sido que los militares accedan a la celebración de esas conversaciones. Pero el esfuerzo de diálogo exigirá tiempo y estará lleno de obstáculos, y sobre el curso de la negociación influirá lo que ocurra en otras zonas de la política filipina. Dos hechos cobran particular relieve: la preparación de la nueva Constitución, que deberá estar diseñada para septiembre, y la creciente actividad de partidos políticos de izquierda, como el Bayan (La Lucha) y el nuevo Partido Popular, creado por el veterano dirigente comunista José María Sison, liberado de la carcel con la caída de Marcos. Estos partidos se quejan de que la izquierda no figure en la: comisión constitucional, mientras están en ella personas del partido de Marcos. De hecho, se vislumbra que la labor política está enfilada hacia unas elecciones generales, que, según el vicepresidente Laurel, podrían tener lugar en noviembre. En realidad, los grupos de la guerrilla que se identifican con ésta "por principio" son minoritarios. Si el nuevo marco constitucional ofrece a la izquierda un espacio de acción política legal, cobrarán auge las tendencias al abandono de la lucha armada y se allanará el camino hacia la normalidad democrática. Pero en el Gobierno existen posiciones que van en un sentido contrario.

Los problemas económicos revisten una importancia decisiva. A partir de una herencia calamitosa, recibida del anterior régimen, Cory Aquino ha facilitado datos positivos sobre su gestión. Sin embargo, las posibilidades de una recuperación y de lograr una elevación de los infrahumanos niveles de vida que sufre una gran parte de la población dependen de un esfuerzo prolongado y gigantesco y, en gran parte, de ayudas e inversiones extranjeras, en particular de EE UU y Japón. Mucho de lo prometido no se ha materializado, y ello suscita dudas sobre ese aspecto esencial del futuro de Filipinas. La presidenta ha destacado la necesidad de prestar a la agricultura una atención prioritaria, lo cual puede potenciar el conjunto de la maltrecha economía y además puede contribuir de modo eficaz al proceso de negociación y abandono de la lucha armada, que hoy encuentra apoyo esencial en las desesperación de los campesinos.

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