Los Beatles en Polonia
Yesterday, primer largometraje cinematográfico de Rodoslaw Piwowarski, fue seleccionada para la Semana Internacional de la Crítica de la Mostra de Venecia y, a raíz de la buena acogida que mereció, fue elegida también para el festival de San Sebastián de 1985, donde ganó la Concha de Oro.Ésos son los avales extendidos por Occidente, pero lo cierto es que el debutante Piwowarski ha surgido de la prestigiosa escuela de Lodz, de la unidad de producción que rige Andrzej Wajda, donde se gráduó en 1971, y tiene tras sí una filmografía en la que se alternan los cortometrajes, los documentales y las obras de ficción, todo ello con un común destino televisivo.
No es, pues, un novato que experimenta con un lenguaje que aún no controla plenamente, sino un profesional de la imagen que accede, por primera vez, a un tipo de producción que le concede un mayor margen para la expresión personal.
Yesterday
Director y guionista: Rodoslaw Piwowarski. Intérpretes: Piotr Siwkiewicz, Andrzej Zielinski, Robert Piechota, Waldemar Ignaczak, Anna Kazimierzak, Krystyna Feldman, Henryk Bista, Stanislaw Brudny. Fotografía: Witold Adamek. Música: Lemon & McCartney. Polaca, 1984. Estreno en Madrid: cines Renoir (versión original).
Y su mundo no es el de un cinéfilo empedernido, un mitómano de directores y estrellas de Hollywood, Roma, París o Moscú, ya que Piwowarski pertenece a una generación que no se educó a través de los sueños de glamour destilados por la pantalla, sino buscando sus referencias en el pop de los sesenta. Y concretamente en los Beatles y en la revolución de costumbres que los hizo posibles, esa que dio dinero y libertad a la mayoría de jóvenes nacidos después de la guerra. Además del interés estricto de Yesterday en tanto que historia contada con imaginación, acidez y humor -quizá sólo sobre esa idea de construir el relato en flash-back, ya que el pesimismo que surge de él es redundante y moralista-, el espectador español está en inmejorables condiciones para entender lo que ve en la pantalla.
La mentalidad represiva que reina en el instituto, el peso de la Iglesia como poder que sabe aliarse con sus enemigos con tal de conservar su carácter de institución que sanciona lo que conduce a la condenación eterna o lo que nos encarrila en el duro y tortuoso camino que lleva hasta el purgatorio, unido al inocente entusiasmo con que se acoge la música de los Beatles y los cabellos que con ella crecen, son factores que también configuraron el paisaje español de principios de los sesenta.
Reto de juvenil
Piwowarski es la versión polaca -aunque él haya nacido en Bielsko Biala, en Hungría- de Peter Gothar, el cineasta magiar cuya excelente El tiempo detenido ganara en el festival de Tokio vanos cientos de miles de dólares.Ambos retratan su juventud, atendiendo tanto a lo que es propio de la edad como a lo que corresponde a las particularidades del país, atentos a no caer en las obviedades pero evitando también el fárrago de un detallismo costumbrista.
A fin de cuentas, si los rebeldes húngaros se emborrachan con coca cola, los adolescentes polacos acababan tocando el himno nacional y el del partido con sus guitarras eléctricas. Claro que si la excitación imaginaria creada por las burbujas del refresco o por la posibilidad de tocar la batería en público servía para declararse a una chica o plantarle cara al mandamás de turno, todo hay que darlo por bien empleado.
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