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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La sacudida de Chernobil

HA PASADO ya el momento de la emoción, de los sustos, de esa sensación que muchas regiones europeas han vivido de que se acercaba un peligro terrible e invisible que podía envenenarles el aire, los alimentos o las bebidas. En cambio, en un ambiente más racional, el problema de las amenazas que son inherentes a la existencia de centrales nucleares como fuente de energía en Europa se está convirtiendo en tema político de primer plano, para los Gobiernos, para los partidos y para los medios científicos. La pregunta a la que es ineludible responder es si, en los diversos países, deben seguir funcionando las centrales que existen, si se deben realizar los planes de ampliarlas o de crear nuevas, como si en Chernobil no hubiese ocurrido nada.La respuesta de los principales Gobiernos, tanto en Occidente como en el Este, se ha concentrado en estudiar mejores controles y medidas de seguridad, un sistema más perfeccionado de información en pasos de accidente, todo lo cual es sin duda positivo, pero no responde a la cuestión fundamental. Numerosos sondeos de opinión indican una creciente voluntad de los ciudadanos europeos de que se suspendan los planes de desarrollar las centrales de ese género, e incluso de que se cierren las que funcionan. El premio Nobel de física italiano, Carlo Rubbia, lo ha planteado de una forma particularmente radical; considera que Chernobil representa un viraje en la historia de la ciencia, porque demuestra que son posibles accidentes nucleares con consecuencias gravísimas para el hombre y para el ambiente. Por tanto, considera que la opción más sabia es renunciar gradualmente a la energía nuclear, en un proceso que concluya en el año 2010. Ha defendido esta tesis ante el congreso de la Democracia Cristiana italiana, y su opinión ha causado impacto en diversos medios. En Italia se han desarrollado ya grandes manifestaciones y está en marcha una petición de referéndum, para que los ciudadanos puedan decidir el futuro nuclear del país.

Sin embargo, es en la República Federal de Alemania donde el debate sobre la energía nuclear está pasando a ocupar el primer lugar en las preocupaciones del Gobierno y en la confrontación entre partidos. Ello se debe a que el impacto del accidente de Chernobil fue muy directo; en varias ciudades alemanas se cerraron las escuelas para que los niños no saliesen de sus casas; por otro lado, la energía nuclear representa en la RFA uno de los porcentajes más altos de Europa (si bien muy inferior al francés); la existencia de un Partido Verde muy activo ha contribuido a sensibilizar a la población sobre esas cuestiones desde hace bastante tiempo. En este clima, el descubrimiento de que el 4 de mayo se produjo una fuga radiactiva en la central de Hamm-Uentrop, que fue ocultada por la empresa, ha añadido leña al fuego del debate; se confirma con esta experiencia la insuficiencia total de soluciones basadas en mejorar la información y los controles. El hecho político más significativo es el cambio de la socialdemocracia y de los sindicatos DGB, los cuales en períodos anteriores han apoyado el desarrollo de la energía nuclear. El propio Willy Brandt ha reconocido que la posición anterior del partido era errónea, y que ahora tenía que modificarla. En concreto, el SPD pide que se interrumpan los trabajos del centro de tratamiento nuclear de Wackersdorf, en Baviera, y que no se ponga en marcha el generador de Kalkar, en Renania del Norte-Westfalia. A la vez, ha encargado a una comisión especial el estudio de un plan para el paro progresivo de las centrales nucleares, hasta finales del siglo. La misma posición han adoptado los sindicatos DGB en su reciente congreso de Hanover.

El parón nuclear se ha convertido, sobre todo en las últimas semanas, en el tema central de la polémica y del enfrentamiento entre el Gobierno Kohl y la oposición socialdemócrata. En una gran medida decidirá las elecciones regionales de Baja Sajonia que tendrán lugar este mes e influirá en las elecciones parlamentarias de 1987, ante las que Kohl se presenta con una imagen deteriorada. Dentro mismo de la coalición encabezada por Kohl la presión antinuclear se hace sentir, y personalidades de prestigio se distancian de la posición del canciller. En el congreso del Partido Liberal, el secretario general, Haussmann, encabezó una posición antinuclear que casi obtuvo la mitad de los votos. En el propio partido de Kohl, algunos dirigentes han expresado opiniones discrepantes; el presidente de la República, von Weiszacker, democristiano, ha abordado el tema, diciendo que seguir con los planes nucleares anteriores sería una "dimisión política, una sumisión ante las coacciones de la técnica".

En la conciencia europea, Chernobil ha provocado una sacudida; el tema nuclear no se puede abordar sólo o primordialmente a partir de imperativos económicos; es algo que puede encerrar peligros para la vida de todos.

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