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Crítica:POP
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Domino, mucho estilo

Anna Domino, mujer cosmopolita de nombre real Anna Taylor, descubierta hace tres años en Bruselas, ha cautivado en círculos europeos exquisitos por su talento sobrio, fino y sobre todo muy peculiar. Canta con sentido estético en todo el cuerpo; su expresion artística, muy sencilla, se muestra a la vez intelectual y acogedora y, finalmente, resulta seductora. Es Anna Domino.Acompañada de un conjunto de músicos especializados muy sutiles, la intérprete ofrece un repertorio más bien pausado, de canciones bellas que, si bien deleitan de tanta sensualidad, conmueven y agitan al espectador más escéptico. Miss Domino actúa y descubre paulatinamente su objetivo quizá inconsciente: ligar a unos y también a otras asistentes como una modosilla colegiala que por primera vez se ha arropado de noche y de negro, con un vestido resuelto en falda juguetona de volantes. Convierte en escena el frío intimismo de sus temas simples en los discos en cálido, melódico y muy suyo jazz. Sí, jazz muy suyo, de estilo, mucho estilo. Basta escuchar cómo canta Sixteen tons, de Merle Travis, y comprobarlo. Al principio se movía seria, concentrada, y luego, más confiada, sus ojos reían para sí o disimulaba un tropezón inesperado con ademanes graciosos. Mientras sus músicos tocaban con solos de saxo o de guitarra, ella prefería bailar, siempre bailar.

Concierto de Anna Domino

78 minutos. Alan Drankine (teclados), Michel Delory (guitarra), Frank Michiels (percusión) y Bernard Longcheval (saxo).Madrid. Sala Universal, 30 de mayo.

Domino tiene una voz suficiente, que modula con tonos muy personales, y puede cantar y componer sonidos familiares, pero sus modos la distinguen. La percusión de bongos, platillos, campanillas o xilófono se combinó esta vez -porque no había dinero para una batería acústica, según ella- con el ritmo sintetizado y aséptico de bombo y palmas electrónicos. Se apodera de Land of my dreams, de Aretha Franklin, y sorprende con piezas tan hechiceras como Rythm, Koo Koo o Take that, canción que hubo de repetir en el segundo bis. Su timbre, femenino, tan refinado en los saludos y agradecimientos, recordó por último el comportamiento oriental, con tics adquiridos probablemente por su nacimiento en Tokio: "Thank you, gracias, buenas tardes". Y luego se carcajeó, segura de su leve, incluso dulce error, ensimismada en su ingenuidad inteligente.

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