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El joyero que denunció corrupción en la policía niega estar implicado en el robo a su local

El Diario Montañés ponía ayer en boca del joyero Federico Venero, quien recientemente acusó a seis policías de estar implicados en atracos, tráfico de armas y drogas, que no había reconocido a un periodista de EL PAÍS su relación con el atraco a su establecimiento. Venero calificó lo publicado (véase EL PAÍS del sábado) como una "mentira y un absurdo". Asimismo, el joyero niega haber sido confidente de la Guardia Civil y de la policía. Fuentes de la comisaría de Santander, que investigaron el robo han reiterado a este periódico la presunta implicación de Venero en el atraco a su propio local.

"Si realmente yo hubiera estado implicado en el robo a la joyería", ha dicho a El Diario Montañés, "hoy en día estaría procesado y en la cárcel. No es así y no entiendo cómo se ha podido decir que yo he reconocido que preparé elrobo". "Puedo asegurar que no soy confidente policial, aunque tuve amistad después del robo con el inspector Antonio Caro". Este inspector fue el encargado de investigar el casó en la joyería Rubí y está supuestamente implicado en la corrupción policial.Sin embargo, fuentes policiales, consultadas por este periódico han asegurado que Federico Venero propició bajo supuestas amenazas el atraco a, su propio establecimiento llevado a cabo por cuatro delincuentes comunes el 18 de septiembre de 1981 y en el que se obtuvo un botín, de más de 200 millones de pesetas. En aquellos días, dos viajantes de la empresa Benito Dans, de La Coruña, se encontraban en Santander en una visita de las habituales y portaban varios muestrarios que contenían muchas decenas de joyas. A primera hora de la mañana del 18 de septiembre, tres sujetos se personaron en su tienda de la calle de Casimiro Sainz y, dando a conocer sus intenciones de atracar, encerraron en una habitación al joyero y a los viajantes, para huir luego con los muestrarios y numerosas piezas extraídas de las vitrinas del comercio, lo que hizo ante la policía más verosímil la acción de los delincuentes.

La primera noticia de la comisión del robo no pudo ser conocida en la comisaría de policía hasta casi tres horas más tarde, en que la mujer de Venero penetró en la joyería Rubí y halló a su marido encerrado con los representantes de Dans. Durante los días posteriores, tras la denuncia del hecho, Federico Venero, que por aquella época carecía de antecedentes en los archivos de la comisaría, mostró un aparente y muy vivo interés por el esclarecimiento de lo ocurrido sin que aportara ninguna pista para el entendimiento de las pesquisas.

Se sabía que los atracadores habían huido en el coche de los viajantes y, asimismo, en una furgoneta. Fue el trabajador de un garaje situado en la misma, calle quien, pasadas algunas jornadas, sorprendió a la policía con unas interesantes revelaciones: al volante de la furgoneta que esperaban, dijo el mecánico, se hallaba Segundo Mediavilla, alias el Músculos, jefe de la banda de atracadores, amigo de Venero y frecuente visitante de su tienda.

Bajo amenazas

Horas más tarde, aquel testimonio no fue desmentido en comisaría por el joyero, llamado a declarar. Los agentes que le interrogaban le oyeron decir: "Sí, sé quiénes fueron. Lo hice bajo amenazas, porque si no colaboraba ellos me dijeron que matarían a mi mujer y a mis hijas".En su día, el gobernador civil, Emilio Contreras, y el comisario superior de Oviedo conocieron la intervención de Venero en el atraco a su propia tienda. La copia de tan esclarecedora declaración llegó, puntualmente, a manos del juez, pero al joyero no le alcanzó el proceso, tal vez porque se tomó en consideración el hecho de que había actuado supuestamente bajo graves amenazas y víctima de un miedo insuperable. Y tampoco fue denunciado por sus compinches, quienes, así lo creyó entonces la policía, pudieron haber sido, durante su encarcelamiento, asistidos económicamente por Venero.

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A partir de entonces el joyero pasó a ejercer como laborioso confidente de la policía cántabra; convertido en activo perista (el que adquiere y vende artículos robados), colaboró con los agentes de la brigada judicial tan eficazmente que llegó a anunciar la comisión de ciertos golpes y delitos que gracias a él no llegaron a perpetrarse. A raíz del episodio del atraco simulado, entabló conocimiento con algunos de los agentes ahora expedientados.

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