Las vacas pendonas
, La ganadería de Bohórquez antes era buena y ayer salió malísima. Algo ha unido que pasar. Y, como las cosas no ocurren por casualidad, lo que ha debido de pasar es lo que a los mismos toros se les oía mugir de vísperas. Vaqueros y otras gentes de corral los oyeron ponerse de vuelta y media. El que menos mentaba a la madre. Pudo haber un drama. Mugía uno: "Pues a la pendona de tu madre la veían en una moruchería de Vejer". "La tuya, que es más zurulla", respondía el increpado. A otro le mortificaban diciéndole que su madre, además de pendona, era vieja cuando la cubrición, y añadían, para que rabiara: "Ya se sabe que cuanto más vieja, más pelleja".
Los Bohórquez, en efecto, antes no eran así. Solían lidiar farrucos, pero, en el fondo, se trataba de gente de orden, casi siempre noble. Para que ahora sean de la catadura que demostraron ayer, algo de verdad habrá, en lo que se decían los toros. Las vacas han debido de pendonear a sus anchas por los bajos fondos donde reina la rufianería bovina y las dejaron un recuerdo.
Bobórquez / Espiá, Mendes, Soro
Toros de Fermín Bohórquez, con trapío, descastados y pregonaos (el sexto, sobrero). Luis Francisco Esplá: dos pinchazos y media (algunas palmas); dos pinchazos y otro hondo (silencio).Víctor Mendes: cuatro pinchazos y dos descabellos (silencio); pinchazo y otro hondo (silencio). El Soro: estocada atravesada que asoma y descabello (silencio); media y dos descabellos (división). Plaza de Las Ventas, 12 de mayo. Tercera corrida de feria.
El recuerdo dio la nota ayer en el ruedo de Las Ventas. Salían los Bohórquez del recuerdo que no había quien los aguantara. Bien plantaos, los cuernos en su sitio, pero chulos y desagradables. El primero tenía todas las actitudes del pregonao, aunque a ése aún se le veían las intenciones. Otros, en cambio, fueron más cínicos, estuvieron dos tercios haciéndose los mansos de corazón y en el último le metían el pitón a Víctor Mendes con la sanguinaria destreza del navajero. A ver, qué les había hecho el pobre Víctor Mendes, salvo ponerles banderillas, que es una cosa normal y decente. Si a esto, toros los hubiesen metido en su día en el Tribunal Tutelar de Becerros, no habrían acabado en la delincuencia.
Hubo uno, el tercero, que parecía de distinta camada; es decir Bohórque de los de antes. Se trataba de un toro nada arisco con buen conformar, que no se ofendió porque le pusieran banderillas y tomaba la muleta a los aires que le imponía El Soro, su matador. Lástima que ese toro estuviera tullido. Siempre es a los buenos a los que les ocurren las desgracias. Para su peor fortuna, los aires que le imponía el matador no eran fragantes, algún tufillo de tremendismo llevaban y su mejor olor recordaba la pólvora fallera. A El Soro le salió un buen toro en Madrid, no debería negarlo, y se lo dejó ir sin torear
Tampoco toreó exactamente al sexto, con el que estuvo animoso aunque ése ya llevaba en el alma la burrería que mamó de la vaca pendona. Un año más, El Soro sigue sin convencer a la afición madrileña, constituida en cátedra por San Isidro. Es cierto que hizo cuanto pudo, hasta recibir a porta gayola todo lo que le soltaron por los chiqueros, y banderilleó con la firmeza que acostumbra, si bien a cabeza pasada. Y eso no impresiona tan experimentada cátedra.
La afición de Madrid lo ve todo, como la Virgen -con perdón-, y tampoco le gustó la mediocridad de Esplá y Mendes en los tercios de banderillas. La llamada corrida de los banderillero (una rúbrica que conviene explicar a los poco duchos en la materia, no se vayan a pensar otr cosa) fue un fracaso. Ninguno de los especialista dio la talla con los palos. Con la muleta les justificaba la mala crianza del ganado, al que trastearon según merecía. Si Esplá aún dio derechazos en el cuarto, demasiado hizo, pues ese toro era peligrosa carne de matadero, como todos
Las vacas de Bohórquez son casquivanas y, en las morucherías jerezanas, los morucho montan con ellas juergas flamencas. Les dan las tantas, entre jipíos, tocando palmas y cantando, aquello de "Y no tiene novio!
Babelia
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