La marcha del 'rock' añejo
Se inauguró la reforma del anfiteatro de la Casa de Campo y al mismo tiempo las jornadas rockeras de las fiestas de san Isidro con la actuación espectacular de uno de los grupos legendarios del rock británico. The Kinks habían tocado ya hace 22 años en un pequeño recinto madrileño con Micky y los Tonys de teloneros. Entonces el rock era pasión de dos o tres nada más.Ahora, esta misma banda se presentó ante decenas de miles de espectadores que, conocedores de las canciones, se enloquecieron con la energía de Ray Davies, ídolo, cantante, compositor y mago director en escena.
.En el principio, temas como State of confussion -que creó realmente un estado de confusa algarabía emocional- produjeron un entendimiento cálido y dichoso entre los espectadores más próximos y los músicos. Y después, esa euforia inicial y parcial que el cantante, encuadrado casi siempre en la pantalla de vídeo, emprendía con su voz y sus gestos, se propagó poco a poco a más asistentes.
Concierto de The Kinks
Auditorio de la Casa de Campo.Duración: 101 minutos. Fiestas de Sin Isidro 86. Madrid, 10 de mayo.
Este es precisamente el fenómeno prodigioso y distintivo del mayor espectáculo popular del presente siglo, donde una ceremonia meramente musical se magnifica en arte y juerga de masas. Ray Davies amagaba con los primeros acordes de Lola y el fervor surgía instantáneamente. O la banda se preparaba para el tema siguiente y Ray arrojaba palmas y palabras de ánimo, y el público respondía con saltos y aplausos que a su vez lanzaban al grupo.
Es unfeed-back visceral y continuado que precisa siempre nuevos signos de entusiasmo de los artistas que en ningún momento han de mostrarse vacilantes. Sólo bandas como The Kinks pueden superar una prueba tal, pues andan en un tercer tiempo de su carrera, donde se ha superado ya hasta ese período en que unos profesionales salen al escenario y se preocupan por ofrecer un espectáculo perfecto de luces y de sonido. Su representación consiste en volver a pasarlo bien tocando, en dar marcha con su rock añejo sin sentido de la repetición, en revivir su fantasía de rock and roll. Cantó con ese esfuerzo peculiar de su garganta que aparece fácil, pero que rompe en las subidas de tono más complicadas.
Tres veces regresaron al escenario por demanda popular. En la primera se escuchó You really got me y no se notó que habían pasado 20 años. The Kinks habían preferido ser el único grupo en cartel. Era lógico, pero al final de Do it again, en el tercer bis, Ray Davies hubo de despedirse con frases de agradecimiento para calmar a tantos cuyo apetito rockero aún no parecía satisfecho. Fue fantástico.
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