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39º FESTIVAL DE CANNES

La película del brasileño Arnaldo Abor, primera sorpresa agradable

ENVIADO ESPECIAL, El verso de Louis Aragon "no hay amores felices" resume lo que es la sorprendente, divertida y estimulante película brasileña de Arnaldo Abor presentada a concurso, Eu sei que vou te amar, en medio de esa irritación o indiferencia general que acompaña ahora a cualquier producto que no sea una estricta repetición de algo ya visto, cualquier tentativa de contar desde una lógica narrativa que no es la de la continuidad ideal inventada por Hollywood.

Eu sei que vou te amar muestra el último encuentro de una pareja, ya divorciada, que ha vivido en un clima pasional enrarecido y destructor. Es un momento de reflexión, de hacer balance, pero la, razón no puede explicarlo todo, el haber vivido fuera de la norma ha dado una perspectiva distinta sobre el pasado y de ahí surge un flujo de palabras, de expansiones, que se va contradiciendo y complementando, siempre comentadas iróni camente por el director que utiliza a Ravel, Verdi o Gluck para relati vizar o poner énfasis en. el delirio sicológico de la pareja.Contada con un desparpajo y una libertad que ya quisiera para sí el Bertrand Blier de Stenue de soiree, liofilización espantosa de Genet, Eu se que vou te amar maneja materiales de origen diverso; do cumentales familiares, grabaciones en vídeo inspiradas en las técnicas del cinema-verité, Flash Backs, y el rodaje estricto de la situación, de corte netamente teatral para crear un ritmo en espiral en el que se suceden loscambios de tono, de los bufonesco a lo dramático, del psicodramaa la trivialidad naturalista.

Destinada a ser olvidada por el palmarés y por los distribuidores españoles, el filme de Arnarlo Jabor es la primera sorpresa agradable de Cannes 86.

Mona Lisa es el tercer largometraje de Neil Jordan el prometedor director de En compañía de lobos. Y lo cierto es, que toda la imaginación visual que existía en aquella recreación freudiana del cuento de Caperucita Roja, se convierte aquí en estilo radiofánico. Abandonando, el fantástico, Jordan ha querido sumergirse en el Londres de los 80 y mostrarlo con el mayor realismo posible pero, de entrada, hay una confusión entre realismo y miseria, de manera que toda la acción transcurre en los bajos fondos de la capital británica, con prostitutas, chulos y maniácos como casi exclusivo paisaje humano. Podía ser la crónica de un descenso a los infiernos, pero quien guía al espectador es Bob Hoskins en un papel de pequeño gánster palurdo, tonto y sentimental, que equivoca siempre el camino. Y sus pasos vacilantes, su falta de inteligencia y su incapacidad para trascender todo cuanto sucede, acaba por contagiarse al propio filme.

'También en un plano menor pero acorde con sus planteamientos, Sara Driver, dentro del marco de la semana de la critica, ha presentado Sleepwalk, una cinta no desprovista de magia y humor, en la que asistimos al embrollo que nace del robo de unos manuscritos chinos en los que se advertía sobre la inconveniencia de desafiar a los dioses en un momento especialmente delicado. Realizada con gran sobriedad y con un notable poder de sugestión -estamos muy lejos de la radiofonía de Jordan-, esta Sleepwalk solo adolece de modestia, de limitar demasiado el alcance de la fábula onírica que maneja.

Drama de amores

De la alemana Helma Sanders-Brahms podía esperarse algo mucho mejor que Laputa, un drama de amores cuyo protagonista pretende ser la ciudad de Berlín en tanto que espacio imaginario, irreal, invivible por su falta de raices y por toda la artificialidad que comporta. El'titulo surge del tomo III de Los viajes de Gulliver, de Swift, donde se habla de una isla flotante cuyos habitantes no están nada dotados para la cotidianidad y las cosas prácticas. En la película, Berlín es el. espacio que convierte a los ciudadanos en locos soñadores, y eso quiere ejemplificarse a través de la relación entre Sami Frey y Krystyna Janda, arquitecto francés él, fotógrafo polaca ella, amantes ocasionales, que sólo se ven muy de cuando en cuando.

Herlma Sanders-Brahms cree que Berlín es una ciudad falsa, un espejismo, pero son sus personajes lo falso. Su relación, que no es el encuentro de una noche, sino una sucesión alternada de muchas noches, -es propia del peor Lelouch, tópica y literaÚa. Los amantes pueden mentirse pero no desconocerse hasta el punto que pinta Sanders-Brahms. Además, confiar a K. Janda un papel, es hacerlo a una de las actrices más histéricas e incompetentes de Europa, alguien que confunde la angustia con la agitación y se dedica a andar, fumar hacer el amor o subir unas escaleras siempre a toda velocidad y con tal acompañamiento de suspiros y muecas que el espectador nunca entenderá como Sammy Frey, con sus ojos tristes y cansados, pueda interesarse por tamaña posesa.

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