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Tribuna:ELECCIONES, EL 22 DE JUNIO
Tribuna
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Razones de una victoria anunciada

Las urnas, es cierto, deparan a veces sorpresas grandes. Pero si así no fuera y se cumplieran augurios y sondeos, ¿cómo se explicaría una nueva y sonada victoria socialista en las próximas elecciones? ¿Por méritos propios? ¿Por desmerecimiento de los demás?Tras tres años largos de gobierno, el PSOE presenta en su haber logros, pero también un debe considerable de promesas incumplidas y problemas irresueltos. ¿Sería, con todo, el balance final tan positivo como para que los electores que les votaron vuelvan ahora a apoyar a los socialistas? ¿No ocurrirá más bien que Felipe González juega con ventaja?

El PSOE se beneficia de que el ciudadano medio pide poco a sus gobernantes. Como ha vivido siempre mal, política y económicamente, ahora que tenemos democracia, somos europeos, los militares no se sublevan y España va camino de no , ser diferente, ese , ciudadano piensa que cualquier tiempo pasado fue peor y se conforma con lo que hay.

Esto explicaría que se soporte tan bien una situación económica mala, que no parece surtir muchos efectos en los votos. Tal vez sea éste uno de los rasgos más notables de los tiempos que corren: lo poco que se exige a un Gobierno de izquierdas cuando en el plano social y económico la crisis golpea duro y de modo desigual e injusto y cuando queda tanto por hacer para acercarnos a niveles europeos avanzados. Pero es que esas circunstancias históricas dan a los socialistas en la carrera electoral varios cuerpos de adelanto.

Así, de las grandes opciones que se ofrecerán al país el 22 de junio, todas, salvo la socialista, se hallan renqueantes, cuando no maltrechas. La derecha arrastra muchos votos, pero no logra romper un fatídico techo que le impide alcanzar mayoría; el centro no se recompone, y los comunistas no acaban de salir de su larga crisis.

El PSOE no tiene, claro está,arte ni parte en este estado de cosas, producto de una conjunción de hechos en buena parte casual, pero resulta muy beneficiado.

El llamado techo de la derecha podría ser una herencia del franquismo. Son muchos los españoles que no quieren nada que les recuerde el autoritarismo de la dictadura, lo que hace que Coalición Popular halle el rechazo de una parte del electorado moderado.

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Habría en ello una suerte de justicia histórica aplazada, ya que la derecha, que tanto colaboró con el régimen anterior y que tan bien librada salió, pagaría ahora aquella colaboración. También es cierto que tal situación no es del todo merecida, pues esa derecha cambió después y ha contribuido como los demás a consolidar la democracia. Sea lo que fuere, y por razones que parecen más de forma que de fondo, lo cierto es que Fraga no acaba de quitarse el sambenito de autoritario, lo que de rechazo brinda al PSOE en bandeja algún que otro millón de votos.

Al centro le tocó, con UCD gobernar demasiado pronto, aunque alguien lo tenía que hacer y cumplir aquel difícil cometido, con lo que las heterogéneas fuerzas de aquella unión no tuvieron tiempo de cohesionarse. De no haber, sido así y de no haber ocurrido aquel formidable naufragio, lo lógico es que la actual política de centro la estuviese aplicando un partido de centro y no uno de izquierdas.

En cuanto a la crisis comunista también hay en ella cierta justicia e injusticia. Estaría pagando el PCE, muchos años después, el lastre del estalinismo, que es imposible no dejara huella en sus dirigentes. (¿Cómo se explicaría, si no, el sorprendente caso de un político de tanta talla como Carrillo y su empeño en tener razón contra viento y marea?). Lo injusto es que si los comunistas no hubieran tenido en la lucha antifranquista mayor presencia que los socialistas, hubieran logrado lo que éstos: apartar a los dirigentes de la guerra y el exilio, evitar con ello conflictos internos y atraer más votos, que ahora van a parar al PSOE.

A éste el ritmo de la transición le vino más bien por azar, como anillo al dedo. Tuvo tiempo, primero, para prescindir de una dirección en el exterior tan meritoria como anacrónica. Pudo después eliminar o absorber a una abundante competencia socialista. Logró, justo en su momento, sofrenar las discrepancias que entrañó el giro copernicano hacia la socialdemocracia desde 1979, y hacia el social-liberalismo desde 1982.

No sólo evitó disidencias importantes, sino que ha logrado algo casi único: una gran homogeneidad en sus filas. Si se exceptúa a ese 10% de afiliados que se identifica con la corriente de Izquierda Socialista y cuyos. días en el PSOE parecen contados, el socialismo español ha logrado el milagro no sólo de que casi todos sus miembr,os piensen igual sobre casi todo, sino, aún más pasmoso, que cambien de opinión todos al mismo tiempo. Hay que reconocer que tal cosa tiene muchas ventajas , sobre todo cuando se compara con el desorden que reina en otras. fuerzas políticas. Intelectualmente cuesta creer que la ausencia de espíritu critico y de debate interno y el exceso de autocomplacencia no resulten nocivos a la larga.

Pero de momento esa nocividad no se aprecia demasiado. Volverá a ganar seguramente el PSOE; seguirá gobernando sin cambiar gran cosa la sociedad y la economía; los socialistas críticos o de izquierda se quedarán en sus casas, o se irán a otra parte los demás, cantarán victoria al unísono más fuerte que nunca, convencidos de que lo hacen mejor que nadie; los ciudadanos mirarán hacia atrás y continuarán medianamente satisfechos... y España seguirá más o menos igual, tal vez menos ilusionada, pero, después de todo, relativamente equilibrada o centrada.

¿No será que lo que necesitaba este país era una pasada por el centro de un par de lustros? El que ello se produzca gobernando un partido de izquierdas será poco lógico pero quizá no sea tan malo.

En realidad, estaríamos viviendo una larga transición de la dictadura a la democracia mucho más di latada de lo que indican las apariencias. Por eso la vida política seguiría hasta cierto punto trastocada; por eso un PSOE muy peculiar ganaría con tal facilidad, y por eso habría que esperar cuatro años más para que partidos y vo-tos se reajustasen como es debido.

Fraucisco Bustelo es catedrático y ex senador del PSOE.

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