Reagan, del 'cow-boy' de Ottawa al líder de Tokio
Terrorismo, relaciones Este-Oeste y 'guerra de las galaxias', en la agenda política de la 'cumbre'
Cuando Ronald Reagan, recién elegido presidente de Estados Unidos, llegó a Ottawa, el verano de 1981 para participar en la cumbre de líderes de países industrializados occidentales, la imagen popular era la del cob-woy inexperto que había llegado a la Casa Blanca. Hoy, cinco años después, Reagan acude a la cumbre de Tokio con la aureola, aceptada o no, de líder político que, sin olvidar su aspecto de cow-boy, impone el ritmo a los restantes líderes occidentales, habiendo logrado reconvertir lo que era un foro para asuntos económicos en unas cumbres donde predominan las agendas de temas políticos.
"Esperamos obtener total solidaridad en los asuntos de lucha antiterrorista", comentaron en los círculos de la comitiva de Reagan, en Bali, dos días antes de la cumbre de Tokio. Estados Unidos desea que la 12ª reunión de líderes occidentales de las siete primeras potencias económicas (EE UU, Japón, Canadá, República Federal de Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, más el presidente en funciones de los consejos de la Comunidad Europea, en este caso Holanda) ratifiquen su apoyo en las acciones de Washington contra el régimen libio de Gaddafi.La lucha antiterrorista predominará en las discusiones de la cumbre de Tokio, que del 4 al 6 de este mes se celebrará en. el superprotegido palacio de Akasaka. Reagan, lejos de su imagen de inexperto líder político de Ottawa en 1981, cuenta ahora con Linos índices de popularidad muy altos en su propio país, mientras sus colegas europeos, salvo raras excepciones, enfrentan crisis políticas de diversa índole, con una pérdida de popularidad de Margaret Thatcher en el Reino Unido; el revés electoral del presidente francés, François Mitterrand -que viaja a Tokio acompañado de su primer ministro, Jacques Chirac-; los escándalos políticos de Helmut Kohl en la República Federal de Alemania; los efectos de labrisis terrorista que sufre el Gobierno italiano de Bettino Craxi y, como excepciones de menores problemas internos, los preparativos para nuevas elecciones anticipadas en Japón, donde el primer ministro Yasuhiro Nakasone intenta maniobrar para ir hacia un tercer mandanto, o de la solidaridad casi total con Washington del primer ministro de Canadá, Brian Mulroney.
Es probable que el comunicado final de la cumbre política de Tokio denuncie duramente las acciones terroristas en el mundo, aunque no todos los participantes comulguen a pies juntilla con las terapéuticas aplicadas por Reagan, un político con ex imagen de cowboy pero capaz de sacar sus pistolas, como demostró con el ataque a Libia, el primero desde la guerra de Vietnam con excepción de la intervención militar estadounidense en la isla de Granada, en otoño de 1983, también bajo el mando de Reagan.
El problema Gaddafi
Lo que no es tan seguro es que el comunicado cite directamente a Libia o denuncie las políticas radicales de Gaddafi, a pesar de las sanciones económicas de los países de la Comunidad Europea contra Libia. Japón también intentará mantener una postura ambigua, debido al deseo de Tokio de mantener sus relaciones económicas y comerciales con el bloque de países árabes.Aunque el asunto del terrorismo será el plato fuerte de la cumbre política de Tokio, Estados Unidos europeos, canadienses yjaponeses pasarán también revista a la situación internacional, con especial atención a las relaciones Este-Oeste. "La reunión de Tokio deberá servir para enviar un mensaje al mundo de los deseos de que prosperen las negociaciones Este-Oeste para una reducción de armamentos", dijo recientemente Nakasone al comentar los preparativos de la cumbre.
Hablar de desarme no impedirá que Reagan recuerde a sus aliados la importanciade las nuevas fronteras del armamento espacial, a cuyo proyecto ele Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI) se han unido ya canadienses y alemanes occidentales, y se espera hagan lo mismo los japoneses bajo la sutil fórmula de dejar que sean las empresas privadas, con el beneplácito del Gobierno, las que colaboren tecnológicamente en las futuras armas para una guerra espacial.
Seis convocatorias de esta cumbre con presencia de Reagan -cuyo mandato presidencial, no prorrogable, acabará en enero de 1989- van dando como lección que, con mayor o menor grado de entusiasmo, la Administración Reagan ha girado las cumbres económicas en políticas. Reagan intentó, aunque no logró, que los europeos le siguieran en las sanciones económicas contra Polonia. En la cumbre de Williamsbourg (Estados Unidos), en el verano de 1983, obtuvo la ratificación de los líderes europeos para que aceptaran el despliegue de euroinisiles en la OTAN. Tokio marca ahora una nueva cita decisiva en la. cruzada de Reagan contra el terrorismo y, en cualquier caso, muestra que las cumbres occidentales se ha ido convirtiendo en cumbres de Ronald Reagan. Algo que nadie habría podido predecir en el verano de 1981, cuando Reagan acudió por primera vez a una cumbre, en su edición canadiense, en Ottawa, con el único bagaje de haber sido gobernador de California, ex actor de cine de segunda fila y triunfador en las elecciones presidenciales norteamericanas de 1980 frente al débil y desgastado presidente demócrata Jimmy Carter.
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