El presidente austriaco cree que Waldheim conocía la conducta del Ejército Alemán en los Balcanes
El jefe del Estado austriaco, Rudolf Kirchschlaeger, se dirigió ayer por la noche por televisión al país para exponer su esperada valoración de los documentos sobre las actividades de Kurt Waldheim, ex secretario general de las Naciones Unidas y candidato conservador a la jefatura del Estado austriaco, durante la II Guerra Mundial. Kirchschlaeger anunció que los documentos que le fueron entregados por las Naciones Unidas y el Congreso Mundial Judío(WJC) no constituyen, en su opinión, base suficiente para una acusación judicial, pero desmintió implícitamente a Waldheim al manifestar que éste tuvo que tener conocimiento de la situación global de la guerra en los Balcanes y, por tanto, de la conducta del Ejército alemán contra la población civil y contra la guerrilla.
, El presidente de la República, en su largo discurso televisado, dijo: "Dado su puesto, [Waldheim] tenía que estar bien informado sobre la situación global en su zona de competencia, incluida toda la acción bélica en los Balcanes. Esto se desprende tanto de su función como de los informes matinales y vespertinos que él firmaba para constatar su corrección y también de sus informaciones orales en las llamadas consultas de jefes, en las que él informaba sobre la situación en el Mediterráneo, en Italia y en los Balcanes", señaló. Por ello debe darse por hecho de que conocía las medidas de represalia aplicadas en la lucha contra los partisanos denominadas por las autoridades alemanas "medidas de penitencia".
Kirchschlaeger, con estos documentos que ha analizado durante dos semanas, afirma: "No me atrevería como fiscal a presentar una acusación ante un tribunal". No esperen de mi un juicio, dijo a los austriacos. "No tengo derecho a condenar ni a absolver".
En su alocución, el presidente pidió a los austriacos que decidan por sí mismos con madurez democrática quién debe ser su sucesor en el cargo. Hizo también un llamamiento a la serenidad y al retorno a la razón tras una fase de grave crispación política provocada en todo el país por la polémica en torno a Waldheim. Kirchschlaeger dijo que aceptó analizar los documentos con objeto de frenar una peligrosa evolución de los acontecimientos, dado que si en un principio las acusaciones se dirigían a Waldheim pronto amenazaron con afectar al prestigio del país y tener repercusiones económicas.
Seguro de su triunfo
Waldheim está seguro de su triunfo electoral el próximo 4 de mayo. Las acusaciones del Congreso Mundial Judío (WJC) no han hecho mella, aparentemente, en el político. Tampoco le afectan sus propias contradicciones a la hora de explicar los tres años en que fue oficial en los Balcanes. No mencionó esta etapa en sus biografías porque creía que no tenía interés" su época en los Balcanes, donde "sólo estaba en una oficina poniendo banderines en mapas para fijar movimientos de tropas".
Ahora reconoce que hubiera sido mejor haber dado cumplida cuenta de aquellos años. Este único reconocimiento de un error propio, que se le ha arrancado a Waldheim en toda la campaña electoral, no parece muy sincero. La guerra en los Balcanes fue uno de los capítulos más crueles y sangrientos de la contienda iniciada por la Alemania hitleriana.
Waldheim almorzó ayer en Viena con un pequeño grupo de periodistas, horas antes de que Kirchschlaeger, se pronunciara sobre el caso. Waldheim se mostró seguro de su triunfo y con ganas de hablar de sus planes futuros para imprimir un nuevo estilo a la presidencia de la República.
Pese a ello, el pasado volvió a ser protagonista. Waldheim rebate las acusaciones con una vehemencia propia de quien se enfrenta por primera vez con el caso. Y lo niega todo. "Toda la campaña de calumnias contra mí se ha desmoronado como un castillo de naipes. Las tres acusaciones en que esta campaña. se basaba han sido rebatidas. Ha quedado demostrado que no fui miembro de ninguna organización nazi. No estuve implicado en crímenes de guerra, ya que fui traductor de enlace con las tropas italianas y oficial en el Estado Mayor dedicado a tareas burocráticas. Tampoco supe de las deportaciones de judíos. Como ahora he podido constatar, esto se debe a que yo estaba en Austria cuando éstas se produjeron, a finales de 1942 y principios de 1943", dice.
"En ningún momento he pensado en retirarme. Estoy claramente por delante de mi rival. Esto demuestra que los austriacos no se dejan imponer desde el exterior quién debe ser su presidente", afirma Waldheim. Y añade que tras una campaña electoral que ha abierto profundas divisiones en el país, "lo primero será emprender una acción de reconciliación".
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