El ataque contra Libia agudiza las tensiones entre EE UU y Europa
Estados Unidos manifestó esta semana en público su "considerable disgusto" ante la falta de colaboración europea en el ataque militar contra Libia, que ha reavivado las tensiones entre las dos orillas del Atlántico, confirmando que los intereses de EE UU raramente coinciden. con los de los europeos. Reagan pasó a la acción sólo horas después de que Europa le pidiera prudencia. En privado, estos días se han escuchado críticas mucho más duras en Washington, y un funcionario de la Casa Blanca afirmó: "Si finalmente nos desembarazamos de Gaddafi será un sorprendente triunfo de Reagan. ¿Y qué dirán entonces los pusilánimes europeos?". Para EE UU, sólo Margaret Thatcher ha pasado la prueba de la solidaridad atlántica.
La Administración admite que el daño provocado en la Alianza es "definitivamente Un problema" y uno de los costes de la operación, pero cree que, como ha ocurrido en ocasiones anteriores, pronto será reparado. Pero lo ocurrido no hace más que reflejar una realidad: la incomprensión básica de EE UU hacia los intereses europeos (sólo piensan, se dice aquí, en preservar sus negocios con Libia), que pueden diferir de los americanos, e incluso la incapacidad de apreciar la situación geográfica de Europa, tan próxima a Libia. Esta crisis significa también, en sentido contrario, la desconfianza básica de los europeos sobre la política exterior de Reagan, que, en este caso no deben olvidar que goza del apoyo de más del 70% de la población.Una anécdota refleja esta incomprensión básica de Europa, que conduce al desinterés y a la caricatura. El martes por la mañana, horas después del bombardeo de Trípoli y Bengasi, lo sucedido fue explicado así en una clase a muchachos de 16 y 17 años. Un enano (Libia) le pega una patada a un elefante (EE UU), y éste le dice suavemente: "Estáte quieto". Pero el enano vuelve a darle con más fuerza, y el paquidermo le dice: "No vuelvas a hacerlo". El enano le tira a continuación una piedra, y el elefante vuelve a advertirle. Finalmente, el enano le propina un golpe con una estaca que hace sangrar al elefante, que a su vez golpea al enano, derribándolo. En ese momento llega otro elefante a la escena y afirma: "El elefante tiene la culpa". "Este elefante es Europa", es la moraleja que el profesor de la Walt Whitman High School extrajo de esta fábula.
Elogios a Thatcher
El presidente y el secretario de Estado, George Shultz, han recordado a los europeos la lección de la política de apaciguamiento seguida con Hitler en los meses previos a la II Guerra Mundial, que sólo conducirá a más agresión. Fuentes diplomáticas europeas en Washington calificaron de insultantes estos comentarios. "Hagamos lo que hagamos, nunca conseguiremos la plena cooperación europea, y, por tanto, es mejor que vayamos adelante sin su apoyo", es la idea que crece en esta capital, y de que Reagan elogió el martes a Thatcher, a quien llama Maggie, porque el Reino Unido "defendió la libertad y como pueblo libre no se ha dejado acobardar por amenazas y violencia", sugiriendo una actitud de cobardía en países como Italia o la República Federal de Alemania, que no apoyaron la acción bélica, o Francia y España, que tampoco lo hicieron y no dejaron utilizar su espacio aéreo para la misma.El Departamento de Estado está tratando de acallar la polémica, y Shultz se felicitó el jueves de que, bajo la presión de la acción militar, Europa ha reconocido el problema del terrorismo instigado por Libia y parece dispuesta a comprometerse en un frente común con Washington. Reagan va a realizar una fuerte presión sobre los aliados para adoptar "soluciones colectivas" a la crisis del terrorismo cuando se reúnan en Tokio en la cumbre de los siete grandes países industrializados. Weinberger calificó de "lamentables" las tensiones creadas en la OTAN por el ataque a Libia y afirmó que "hay diferencias entre lo que los líderes europeos dicen en público y lo que dicen en privado".
A este respecto, se mantiene la confusión sobre la información previa recibida por España sobre el bombardeo, la sugerencia para el uso del espacio aéreo español y la forma cómo se produjo la comunicación personal de Reagan a Felipe González, que pudo limitarse quizá a la entrega por Vernon Walters, el sábado 12, de una carta del presidente norteamericano al jefe del Gobierno español. Para Weinberger, la diferencia entre ser aliado o adversario se cifra en 60 minutos. "A los aliados, con la excepción del Reino Unido, les informamos media hora antes del ataque, y a la Unión Soviética, media hora después", declaró el secretario de Defensa.
Pero el Departamento de Estado evitó esta semana criticar a España por la negativa indirecta al sobrevuelo, minimizando su importancia para evitar causar problemas al Gobierno socialista, después del éxito obtenido en el referéndum sobre la OTAN y cuando está a punto de abrirse la negociación sobre las bases. El portavoz del Departamento, Bernard Kalib, elogió el viernes la actitud antiterrorista y de crítica de Libia demostrada últimamente por España. Un político aspirante a gobernador de Colorado ha pedido a sus electores que no viajen a Francia y a España por que no es patriótico después de lo ocurrido, sugiriendo que gasten sus dólares en el Estado, pero ha sido Francia quien se ha llevado el peso de la crítica. La negativa de París sorprendió doblemente aquí, donde la llegada al Gobierno de la derecha, encabezada por Chirac, había hecho abrigar a algunos medios de la Administración la esperanza de una respuesta positiva.
Ingratitud aliada
Vuelve a decirse que éste es el precio de ingratitud que Estados Unidos recibe de Europa por mantener a 300.000 soldados norteamericanos en la frontera alemana con el Este. ¿Para qué sirven estos aliados?, se preguntó esta semana un indignado editorial del The New York Times, que afirma que "el fracaso en cooperar contra Libia establece venenosas semillas de desintegración en la OTAN". El periódico se queja de que la mayoría de los europeos cree que el caso de Libia es irrelevante respecto al destino y a la misión del sargento Kenneth Ford (muerto en el atentado terrorista de Berlín) y a ellos mismos. El 65% de los norteamericanos cree que los aliados "debían haber prestado más apoyo a Estados Unidos", según un sondeo realizado por el The New York Times.La Alianza Atlántica es una organización basada en la reciprocidad, afirma Henry Kissinger al denunciar la actitud de los europeos. Para el ex secretario de Estado Alexander Haig, que ha tenido que esperar cinco años a que la política antiterrorista que él preconizaba sea aplicada hoy por George Shultz, "los europeos finalmente se pondrán de pie detrás del líder del mundo libre".
El secretario de Defensa, Caspar Weinberger, ha llegado a decir que la culpa de lo ocurrido la tiene la falta de solidaridad de los aliados: "No hubiera sido necesario realizar el ataque si los aliados hubieran apoyado a Reagan en la imposición de sanciones económicas contra Libia".
Se recuerda a este respecto que técnicos de una empresa británica, atraídos por el negocio, repararon los radares de los misiles SAM-5 dañados por la VI Flota en la batalla, del golfo de Sirte. Pero no se dice, en cambio, que las compañías petrolíferas norteamericanas consiguieron que la Casa Blanca les dejara seguir operando en Libia para no perder su negocio.
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