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Thatcher justifica su apoyo a la "autodefensa" norteamericana

CARLOS MENDO, La primera ministra británica, Margaret Thatcher, manifestó ayer su total apoyo al ataque norteamericano contra "objetivos específicos" en Libia y añadió que hubiera sido inconcebible negar a EE UU el derecho a la autodefensa", que contempla el artículo 51 de la Carta de la ONU. En una declaración ante una Cámara de los Comunes crispada por el silencio oficial del Gobierno, la señora Thatcher defendió con toda firmeza su decisión de permitir la utilización de los bombarderos norteamericanos asignados a las bases británicas y acusó al Gobierno libio de Mevar y haber Nevado a cabo ataques terrorista0 contra EE UU y otros países occidentales, incluido el Reino Unido.

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Después de recordar el asesinato hace dos años, de la mujer policía Ivorme Fletcher, que fue abatida por balas procedentes de la emba jada libia en pleno centro de Londres y del "continuo y directo apoyo del Gobierno libio al Ejército Republicano Irlandés (IRA)", la primera ministra reveló que el presidente Reagan tenía la intención de llevar a cabo una acción militar con el fin de disuadir a Libia de llevar a cabo más acciones terroristas".Tras recordar que el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas reconoce "el derecho a la auto defensa", la señora Thatcher declaró: "A la vista de la promoción del terrorismo por parte de, Libia, el fracaso de los medios pacíficos empleados para [conseguir] su disuasión y la evidencia de que se están planteando ataques ulteriores le contesté al presidente que apoyaría una acción dirigida contra objetivos específicos libios, cuya participación en la realización y apoyo de actividades terroristas pudiera ser demostrada".

La primera ministra, que anunció que la Cámara celebraría hoy un debate completo sobre el tema, añadió que, igualmente, había hecho saber a Reagan "las reservas de la posición del Reino Unido" sobre cualquier acción futura. "El presidente me aseguró que la operación se limitaría a objetivos claramente definidos en relación con el terrorismo y que el riesgo de daño colateral sería mínimo", añadió para explicar a continuación que, según la explicación norteamericana, "el uso de los F-111 era esencial porque sus características especiales les permitían Hevar a cabo su misión con el menor riesgo posible tanto para el personal civil en Libia como para los mifitares nortearnericanos".

A pesar de esta aclaración, fuentes diplomáticas han manifestado que la decisión de la Casa Blanca de utilizar los asparatos fue política y no militar. "Era preciso contar, por lo menos, con la anuencia de un aliado europeo", dijo a EL PAÍS una fuente.

En el turno de preguntas que siguió a la declaración, la primera ministra se mantuvo en sus trece y afirmó que, "gracias a los cientos de miles de soldados norteamericanos estacionados en Europa, Europa era libre" y que no habría tenido sentido "negar a los americanos el uso de sus propios pilotos volando sus propios aviones para defender a su propia gente".

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En otro momento de su intervención, la dama de hierro manifestó que había visto "personalmente las pruebas, incluidas las aportadas por los servicios de inteligencia británicos" sobre la participación libia en actividades terroristas. Pero, en contestación a una pregunta del líder socialdemócrata, David Oweri, sobre por qué Washington no había sometido las pruebas contra Libia al Consejo de Seguridad (le la ONU, como hizo Kermedy durante la crisis cubana, Thatcher puso de manifiesto que "era imposible hacer pública la evidencia sin poner en peligro" la eficacia de esos servicios.

Por su parte, el líder de la oposición laborista, Neil Kinnock, se mostró horrorizado ante la accióri norteamericana y manifestó que .el ataque aéreo no era el medio más adecuado para luchar y derrotar al terrorismo". "El ataque ha servido para que Gaddafl tenga más amigos que ayer y eso no me parece bueno", manifestó Kinnock, que refutó la interpretación de la primera ministra sobre el artículo 52 de la Carta de la ONU. "La autodefensa", dijo Kinnock, "tiene que ser inmediata y tener como objetivo la protección".

Igualmente, Kinnock acusó a la señora Thatcher de "duplicidad'" en sus relaciones con sus aliados europeos, una alusión a la postura mantenidá por el secretario del Foreign Office, sir Geoffrey Howe, en la reunión de La Haya. Aunque no ha sido aclarado suficientemente, todo parece indicar que cuando se celebró la reunión Howe conocía la intención de EE UU de golpear a Libia, pero no que su jefe de Gobierno había dado su conformidad al uso de aviones ni el momento en que se produciría el ataque norteamericano.

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