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Comienza en Zagreb el juicio contra Artukovic, el 'Himler balcánico'

Andrija Artukovic, apodado el Himler balcánico, comparece hoy ante un tribunal de Zagreb (Cracovia yugoslava) acusado de crímenes de guerra. Se le considera responsable directo del asesinato de miles de serbios, judíos y gitanos durante la II Guerra Mundial. Se dice que sus ojos, de mirada enérgica, casi no ven ya, víctimas de la esclerosis. Pero la televisión yugoslava le ha presentado en estado de envidiable lucidez a sus casi 87 años.

Nadie reconocería en este anciano, nacido en 1899, de poblada cabellera blanca y músculos faciales desplomados, al apuesto y elocuente abogado de los años treinta. Fue lugarteniente de Ante Pavelic, el caudillo croata amigo de Perón y Franco. Durante la efímera vida del Estado independiente de Croacia (1941-1945) fue dos veces ministro de un Gobierno controlado por Italia y Alemania, y sólo reconocido por Berlín, Roma, Madrid y pocas cancillerías más, tras la deseintegración de Yugoslavia a raíz de la ofensiva relámpago de Hitler.En 1948 llegó a Estados Unidos procedente de Irlanda. En plena guerra fría empezaron casi cuatro decenios de pugna yugoslavo-estadounidense por la extradición de Artukovic. El pasado mes de febrero, Washington accedió a entregarle.

Afirma que es un "buen católico" que cumplió con su deber de afirmar el naciente Estado croata contra el hegemonismo de los cismáticos ortodoxos serbios. Desde su reciente llegada en camilla a Zagreb, a bordo de un avión yugoslavo, se presentó ante los jueces de instrucción como buen amigo del cardenal Alojze Stepinac, jefe espiritual de los católicos croatas durante la guerra. Esta cizaña sembrada por Artukovic ha dado sus primeros resultados ya que ha desencadenado una polémica entre la Prensa oficialista y la católica sobre si la jerarquía católica estuvo al corriente o no de los crímenes de Artukovic.

Se le acusa también de haber obligado a convertirse al catolicismo a miles de serbios ortodoxos. Mientras era ministro del Interior, Zagreb apareció engalanada una mañana con carteles que prohibían "a serbios, judíos, gitanos y perros" la entrada en parques públicos, restaurantes y tranvías.

El juicio contra Artukovic puede ahora levantar las ampollas de un triste pasado fratricida entre croatas y serbios, pueblos sureslavos que si no fuera por sus diferentes creencias cristianas serían tan parecidos como un andaluz y un castellano.

Cifras controvertidas

El número de víctimas de campos de la muerte, como el de Jasenovac, ha sido fijado últimamente en 700.000. Pero hay croatas antifascistas en desacuerdo con esa cifra, que estiman exagerada. Hay libros de historia editados en Yugoslavia que hablan de 200.000 a 600.000 serbios ahorcados, degollados o fusilados. Por su parte, el ex general partisano Franjo Tudjman, hoy nacionalista croata exiliado, habla de 50.000 asesinatos.La televisión ha mostrado macabras secuencias de serbios mudos de espanto cavando la fosa sobre la que caerían minutos después con una bala en la cabeza.

Las comunidades judías internacionales han tomado cartas contra Artukovic, el elemento más pronazi de un Estado independiente croata, cuya falange de choque, los ustachis, preferían el protectorado de Italia, a cuyo rey le ofrecieron la corona. Miles de judios, en su mayoría de origen ibérico, murieron en los campos de Artukovic. Muchos dejaron sus últimos mensajes en ladino, el dialecto judeo-español. De los 76.000 judíos que había en Yugoslavia antes de la guerra quedan muy pocos. Artukovic ha negado que en Croacia se les tocara: "Aunque alguien hubiera deseado hacerlo, eran demasiado fuertes".

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