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Lepanto

Rosa Montero

No cabe duda de que los españoles estamos viviendo momentos estelares. Y como somos un país pequeño y a desmano del poder, el papel que nos toca desempeñar es el de receptor de bofetones. Es lo mismo que sucede en las películas: el momento estelar del extra, del figurante, es cuando el malo le aplasta una tarta de merengue en las narices o le salta los dientes de un sopapo. Bueno, pues así estamos nosotros ahora, de comparsas de la historia, esperando a que Gaddafi nos atice.Lo que más me sulfura de este indignante asunto es nuestra impotencia. Henos aquí dependiendo del furor prostático con que mañana se levante ese gamberro de la política llamado Reagan. Y lo que más me deprime es que lord Carrington, secretario general de ese club atlántico que tanto nos quiere y al que tanto debemos, ande diciendo que EE UU "contará con la comprensión y el apoyo de los europeos" en su nueva zapatiesta belicista. Delicioso.

Ya sé que fastidiar al prójimo y refrotar sobre una herida del alma aún abierta es un comportamiento muy poco caballeroso. Pero yo, que tengo la inestimable fortuna de no ser un caballero, puedo permitirme el único y magro regocijo que esta triste situación me proporciona, y que consiste en darle la paliza verbal al oponente: ¿no queríais OTAN? Pues tomad ahora a nuestro aliado Reagan en el esplendor de su acendrado pacifismo. Tomad golfo de Sirte, portaviones brotando como champiñón en nuestros puertos. Tomad, sobre todo, lo de "la comprensión y los apoyos" europeos. ¿Quién dijo eso de que "Dios me libre de mis amigos, porque de mis enemigos ya, me encargo yo"? Clarividente.

Y así estamos ahora, dispuestos a librar una nueva batalla de Lepanto. A mí esto de las cruzadas matamoros me suena sumamente ultramontano y muy, antiguo. Pero debo de estar equivocada, porque ya se sabe que la OTAN es la modernidad, es el futuro. Dejemos nuestro aislamiento de siglos, por tanto, y pongámonos al día gritando las nuevas consignas de esta Alianza Atlántica hacia el progreso. O sea: Santiago y cierra España, sus y a ellos.

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