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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Cuando los grandes experimentan con la bomba

EL SÁBADO pasado, en un discurso ante la televisión soviética, Mijail Gorbachov propuso la celebración de un encuentro con el presidente Reagan, en Londres, Roma u otra capital europea, para abordar un tema exclusivo: una moratoria de los experimentos de armas nucleares. La Casa Blanca se apresuró a descartar tal proposición, insistiendo en que ambos jefes de Estado habían decidido en Ginebra, en noviembre pasado, reunirse en Washington, y no para discutir una cuestión específica, sino el conjunto de problemas que interesan a los dos países. Ante la duda, expresada por la Prensa norteamericana, sobre si la nueva propuesta de un encuentro en Europa anulaba el proyectado viaje de Gorbachov a Washington, el viceministro soviético de Asuntos Exteriores ha dicho que queda en pie lo decidido en Ginebra, pero que la URSS propone, además, una reunión urgente dedicada a la moratoria de las pruebas nucleares.Gorbachov sabía perfectamente que no existía ninguna posibilidad de que Reagan aceptase la entrevista que le proponía. El hecho mismo de la utilización de la televisión demuestra que se trataba sobre todo de lograr un resultado de propaganda y no de relanzar la negociación sobre un tema que viene ocupando un lugar importante en las relaciones entre la URS S y EE UU desde 1963, año en el que quedó firmado el tratado prohibiendo las pruebas nucleares en la atmósfera, en el espacio y en el mar. Desde entonces, dos acuerdos han sido firmados, en 1974 y 1976, para condicionar y limitar la potencia de las explosiones subterráneas, y ambos tratados no han sido ratificados por EE UU, si bien todo indica que, en términos generales, son tenidos en cuenta. Las negociaciones iniciadas en 1977 para un tratado de "prohibición global" quedaron interrumpidas sin resultado concreto. Durante un largo período, la actitud intransigente de la URSS, rechazando toda idea de controles in situ, alegando que atentaría a su soberanía, colocaba sobre las espaldas soviéticas la responsabilidad de que no se lograse un acuerdo.

Se ha producido un cambio en la posición de la URSS desde que Gorbachov ocupa la dirección, y desde que ha desplazado a los principales responsables de la política exterior de la etapa anterior. La URSS ha aceptado el principio de las inspecciones en los territorios nacionales para descubrir eventuales violaciones de un acuerdo prohibiendo las pruebas nucleares. Desde el verano de 1985, Gorbachov ha declarado una moratoria unilateral de las pruebas nucleares soviéticas, invitando a EE UU a hacer lo propio; esa moratoria fue renovada a finales de 1985 para tres meses, o sea hasta el 31 de marzo; es más, la URS S ha declarado que la prolongará hasta que EE UU -que ya provocó una explosión el 22 de marzo- realice una nueva prueba nuclear.

La Administración Reagan está sometida a una fuerte presión internacional en este asunto. Los jefes de Estado y de Gobierno de Argentina, Grecia, India, México, Suecia y Tanzania se dirigieron en diciembre pasado a Reagan y Gorbachov invitándoles a declarar una moratoria de las pruebas nucleares; solamente este último lia dado una respuesta positiva. En EE UU, 63 congresistas se han dirigido al presidente pidiendo que se suspendan las pruebas y que se negocie un acuerdo con la URSS. En la opinión europea, el tema no provoca una movilización como la de los euromisiles, si bien varios Gobiernos -con excepciones notables, como París y Londres- están interesados en que la URSS y EE UU logren un acuerdo para prohibir las pruebas nucleares.

Reagan ha optado por el rechazo de la moratoria, sin temor a modificar posiciones anteriores. Si la URSS lia cambiado su actitud en un sentido, la posición norteamericana ha sufrido una revisión casi al contrario. I.a prohibición de pruebas nucleares no será algo a discutir fuera del conjunto de la negociación; seguirá como pieza de un diálogo global, aunque sea uno de los puntos en los que existen mayores posibilidades de acuerdo en un plazo quizá no demasiado lejano.

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