La teoría cuantitativa del precio del pollo
LUIS DE SEBASTIÁNEl autor critica el mantenimiento de la ortodoxia monetarista en el presente momento de la economía española, como algo inservible para acabar con ese 8% de inflación remanente. El monetarismo, asegura el autor, sólo conseguirá aumentar el nivel de desempleo y hacer más ricos a los ricos y más pobres a los pobres.
La teoría cuantitativa del dinero postula una relación entre el nivel de precios y la cantidad de dinero que circula en un país. Se ha encontrado una rudimentaria formulación de esta teoría en los escritos del tratadista Jaen Bodin, quien, reflexionando sobre el paradójico empobrecimiento de la España del siglo XVI, a pesar de las considerables cantidades de plata y oro que había extraído de sus colonias americanas, llegaba a la conclusión de que el aflujo de metales preciosos encarecía los precios, reducía la capacidad de competir, deterioraba la balanza comercial y acababa empobreciendo al país.Siglos más tarde, el padre fundador de la Escuela de Chicago, Irving Fisher, daba expresión matemática a esta relación en la ecuación de cambio: M. V. = P. T, que venía a decir que con una velocidad de circulación (V) constante y el nivel de transacciones (T) estable en pleno empleo, el nivel de precios (P) dependía únicamente de la masa monetaria (M), es decir, que si V/T es una constante, P = a.M, donde a es la constante. Milton Friedman rehízo la ecuación de cambio, maltrecha por las experiencias de las grandes inflaciones de los años veinte y treinta, especificando que la velocidad, aunque no sea constante, es una función estable de unas pocas variables.
Sobre esta base teórica se construye el monetarismo moderno, que con su insistencia en el control del crecimiento de la masa monetaria para regular el rilvel de precios y la balanza de pagos, ha sido la ideología rectora de las políticas de ajuste, que Gobiernos conservadores y socialistas por igual han aplicado a rajatabla en los países de la OCDE.
Antiguos keynesianos españoles, con los profesores Rojo y Fuentes Quintana a la cabeza, convertidos a la estricta cbservancia monetarista, se han distinguido por su celo y dedicación en la aplicación de tales políticas, transmitiendo a sus discípulos Boyer y Solchaga su entusiasmo de conversos. De tal manera que, cuando el monetarismo ha dejado de ser la teoría oficial en la OME, y ya The Economist anunciaba en diciembre pasado que 1986 sería "el año en que murió el monetarismo", los economistas del Gobierrio continúan rindiendo culto al íJolo caído, limitando el crecimiento de la masa monetaria, a pesar de la caída del dólar, de la muy sustancial reducción de los precios del petróleo -el 39% de nuestras importaciones- y de la disminución de los tipos de interés en varios países, por el hecho de que hayan subido los precios de los alimentos, y el de la carne de pcIlo entre los que más.
El IVA y el monetarismo
Los precios han subido, directa o indirectamente, por la implantación del IVA, que es un cambio estructural de orden fiscal, pero no es un fenómeno monetario en sí mismo que deba combatirse con una restricción mayor de la masa monetaria, sino con ajustes de orden estructural, o simplemente dejando que pase el tiempo y que las expectativas de compradores y vendedores se adapten al nuevo impuesto, que de suyo no es inflacionario, con tal que se mantenga una disciplina monetaria razonable. La mención del precio de la carne de pollo me sirve aquí para dramatizar lo absurdo que resulta combatir problemas estructurales con medidas monetarias. ¿Es que ya han olvidado el discurso de Milton Friedman a la American Economic Association en 1973, en que a propósito de la curva de Philips, defendió el principio de que con medidas monetarias no se puede cambiar permanentemente variables reales?
A muchos nos resulta difícil comprender por qué se sigue manteniendo la ortodoxia morietarista una vez que ha cambiado el contexto económico mundial en el cual tuvo sentido una cierta dosis de monetarismo -nunca el frasco entero-, y que va siendo cada vez más evidente que el remanente de inflación, ese 8% rebelde que se resiste a la austeridad monetaria, no se debe a ningún choque monetario ni es el resultado del mal manejo de la oferta de dinero, s¡no que responde a causas estructurales: falta de competencia, proteccionismo, mala información, opacidad, caciquismo y picaresca en los mercados de los principales artículos de consumo: cosas todas que no puede cambiar una política monetaria más rigurosa, la cual, de seguir aplicándose con el rigor actual, sólo conseguirá aumentar el desempleo, haciendo más ricos a los ricos y más pobres a los pobres, como pronosticaba, al dimitir como secretario de Estado de Hacienda en 1984, José Víctor Sevilla (Economía política de la crisis española) y como ha demostrado el estudio sobre la renta nacional en España del Banco de Bilbao.
es profesor de ESADE.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.