Pablo Torre golpea en Barbastro
El Barça monopoliza con un juego serio y una buena cadencia de goles una cita envenenada
El Barça resolvió con serenidad y solvencia un partido que no admitía distracciones en Barbastro. La seguridad y profesionalidad del equipo de Flick contrastó con la inestabilidad que vive el club por la situación de Olmo y Pau Víctor. Ambos han quedado en el limbo, a la espera de una licencia cautelar, víctimas de un lío administrativo mayúsculo propiciado por el amateurismo de la junta de Laporta. El ruido de los directivos en las oficinas no alteró el pulso de unos futbolistas muy concentrados y responsabilizados en el estreno de la Copa. El partido apenas duró media hora por la tensión competitiva de los azulgrana, el buen pie de un excelente Pablo Torre y las cabezas de Eric, Araujo y Lewandowski.
Los equívocos no están permitidos para los barcelonistas en las competiciones directas después de quedar distanciados del Madrid (cinco puntos) y del Atlético (tres con un partido menos) en la Liga. Los muchachos de Flick fueron a por el partido sin concesiones y no dieron opción a un adversario que había eliminado en la anterior ronda al Espanyol y el año pasado exigió mucho al propio Barça. La expectación en Barbastro se centró más en el antes y después del encuentro y en la contemplación del juego del Barça. Los azulgrana supieron leer muy bien la contienda y marcaron las diferencias con una buena cadencia de goles ante un equipo que pasa por apuros en la Segunda Federación.
Jugaron los barcelonistas con muchos centrocampistas y un solo delantero, suficiente si se tiene en cuenta que se trataba de Lewandowski, el pichichi de la Liga (16), autor de dos goles más en Barbastro. Tomar la iniciativa en el marcador se presumía decisivo por la conducta de dos equipos alérgicos a las remontadas en la Liga. Los azulgrana, además, tenían el retrovisor puesto por el debut de Szczesny, un portero de 34 años que se había retirado en junio con la selección de Polonia, y el regreso de Araujo, que se lesionó en julio con Uruguay. El central reapareció con la cinta de capitán puesta en un equipo que volvió a girar alrededor de dos clásicos como Pedri e Iñigo Martínez y el novel Pablo Torre.
El Barça tomó la pelota sin dudar, presionó desde la divisoria, y abrió el campo con Pablo Torre y Fermín en ausencia de Raphinha, al que el técnico dio descanso, y también de Ansu Fati, que se quedó en el banquillo junto al juvenil Toni Fernández. El juego azulgrana, sin embargo, tenía poca continuidad y precisión, condicionado por el pelado e irregular césped del Municipal de Barbastro. El equipo de Daniel Martínez defendía de manera ordenada a partir de tres centrales y las basculaciones de los laterales y volantes impedían que los barcelonistas filtraran buenos pases y se ganaran posiciones fáciles de remate ante Arnau Fàbrega.
El meta estuvo espléndido en un cabezazo de Araujo a la salida de un córner botado por Pablo Torre. El buen golpeo del cántabro en las jugadas de estrategia se convirtió en la mejor solución para el Barcelona. Volvió Pablo Torre al banderín de córner y, después de un rechazo de puños de Arnau, el balón quedó a pies de De Jong. El centro del holandés fue doblemente cabeceado por Araujo y Eric y acabó en la red del Barbastro. Ante los inconvenientes para elaborar y combinar, la habilidad de Eric y el poderío de Araujo encumbraron las acciones a balón parado del Barça. Al festival aéreo se sumó Lewandowski cuando remató con la testa una falta botada por el fiable Pablo Torre.
El polaco repitió a la salida del descanso cuando impuso su físico ante el central, después de un toque de Pablo Torre en una acción digna del VAR, ausente de momento en la Copa. Y para rubricar su actuación, el cántabro firmó el cuarto al interceptar un pase del portero, agobiado por la presión del Barça. El Barbastro apenas llegó al arco de Szczesny. La rueda de cambios propició el debut de Toni Fernández, un delantero de 16 años, después de la alarma que provocó Jaime Ara cuando cayó conmocionado en un choque con Iñigo Martínez.
Individual y colectivamente, el Barça salió aliviado de Barbastro. El nombre de Pablo Torre sonó más que el de Dani Olmo y la seriedad del equipo de Flick resultó balsámica para un club en combustión y en manos del CSD.
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