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Pies de plomo para seguir a Jack Lang

La nueva Administración francesa trata de tranquilizar a los devotos del 'ministro estrella' de Mitterrand

Soledad Gallego-Díaz

"No pienso destruir si obra de mi predecesor". El nuevo ministro de Cultura, François Leotard, se ha apresurado a tranquilizar a los medios intelectuales y artísticos franceses, prácticamente unánimes en la alabanza del trabajo que realizó en los últimos cinco años el socialista Jack Lang al frente de una política cultural que tuvo una gran repercusión dentro y fuera de Francia.

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El ministro-estrella de Mitterrand no levantó en todas partes el mismo clamor. Algunos pensaban que era un exhibicionista que necesitaba estar continuamente en las primeras páginas de los periódicos. Casi todos, sin embargo, admiten que Lang actuó como un extraordinario dinamizador de la vida cultural francesa y que, a gusto o a disgusto, los escritores, músicos y artistas le deben, al menos, dos importantes favores: dos leyes en defensa de los derechos; de autor y del libro, que fueron aprobadas gracias a su empeño e iniciativa y que se han convertido hoy día en punto de referencia para muchos países europeos. [Un amplio grupo de intelectuales franceses y de otros países -encabezados por el reticente Samuel Beckett, que nunca había firmado este tipo de documentos- firmó un manifiesto antes de las recientes elecciones legislativas proclamando la necesidad de que Francia siguiera contando con un ministro con los méritos contraídos por Jack Lang. El electorado no apoyó esa iniciativa]."Leotard puede ser tan buen ministro como Lang. Lo único que necesita es disponer de tanto dinero como él", comenta uno de los asesores del nuevo titular de Cultura.

François Leotard, de 43 años, presidente del Partido Republicano, considerado como el delfín de Giscard d'Estaing, tiene a su favor varios tantos. Es, como Lang, un hombre dinámico, de aspecto deportivo, muy popular en la opinión pública francesa. Procede de otro medio (su antecesor fue el fundador del Festival de Teatro de Nancy y conocía bien el mundo cultural y de la farándula francés, mientras que él es un político al ciento por ciento), pero ha conseguido algo que Lang nunca logró: unir a su Ministerio de Cultura las comunicaciones; es decir, el control sobre la televisión y las nuevas técnicas audiovisuales. "Mi ministerio es un ministerio proyectado en el futuro", explica, satisfecho, Leotard.

El nuevo ministro tendrá que moverse, sin embargo, con pies de plomo. Artistas e intelectuales esperan atentos sus primeras decisiones. Leotard, que es uno de los profetas del liberalismo norteamericano en Francia, deberá tener cuidado a la hora de aceptar recortes en el elevado presupuesto que logró su predecesor.

Lang consiguió que el Gobierno socialista, en época de crisis económica, duplicara prácticamente los fondos de su ministerio, que pasé a ser además el cuarto en importancia política tras los de Finanzas, Asuntos Exteriores y Defensa.

El niño mimado del Gobierno de François Mitterrand (se dice que fue él c en introdujo al presidente de la República en los medios artísticos franceses e internacionales) prestó atención a prácticamente todos los sectores de la vida cultural del país, incluidos muchos que habían sido marginados por ministros anteriores.

"La cultura es la vida", decía el ministro Jack Lang, y empleaba su presupuesto y su influencia política para promover la moda, la cocina, el comic o los grupos de rock con el mismo énfasis con qué defendía el teatro, el cine o las artes plásticas. "Hoy cruzamos la barrera entre la oscuridad y la luz", dijo el ministro socialista el día que el Parlamento aprobó su primer presupuesto.

La frase fue acogida con irritación y risas irónicas en los bancos de la oposición. Lang, acostumbrado a las sentencias lapidarias y a los gestos espectaculares, olvidaba que todos los presidentes de la V República han querido dejar su huella en el panorama cultural de Francia y que París se ha ido embelleciendo gracias a personajes como Charles de Gaulle o Georges Pompidou. Sin embargo, el ministro socialista tenía razón al considerar que se había dado un paso especialmente importante.

Lang, rodeado siempre de buenos equipos de colaboradores, dirigió una mirada nueva sobre todos y cada uno de los sectores artísticos e intelectuales franceses y se aplicó con entusiasmo en la tarea de dinamizarlos y de levantar los principales obstáculos para su desarrollo. Su resultado, tras cinco años de gobierno, está considerado en todos los medios culturales franceses como espectacular.Mirada nueva

Jack Lang creó el Centro Nacional de las Artes Plásticas y los Fondos Regionales de Arte Contemporáneo (FRAC)" cofinanciados con los organismos departamentales, que han actuado como una auténtica levadura y como un magnífico sostén del mercado del arte. Los FRAC compraron más de 5.000 obras contemporáneas, no sólo de artistas franceses sino también extranjeros.

El Centro Nacional encargó 200 obras a otros tantos pintores o escultores vivos, destinadas a estaciones de metro, jardines, autopistas, estaciones de ferrocarril y lugares públicos. Los museos nacionales vieron multiplicado por cinco su presupuesto para enriquecer sus fondos.

"Gracias a él las artes plásticas han recibido un empuje formidable", explica el responsable de uno de los FRAC. "El público sólo conoce las obras más espectaculares, como el Museo Picasso, el Museo D'Orsay o los trabajos del Gran Louvre, pero más importante aún fue su política de apoyo y promoción de jóvenes artistas".

Proyectos

Los músicos se deshacen también en alabanzas. Ellos se beneficiaron además de una ley, aprobada en 1985, para proteger los derechos tanto de los creadores y de los intérpretes como de los productores. El presupuesto dedicado a la música, tanto clásica como de variedades, aumentó en cinco años en un 137%, se triplicó el número de conciertos y se apoyó la creación de al menos cinco nuevas orquestas.

En el capítulo pedagógico el número de conservatorios locales se incrementó en un 25%. "Ahora estamos todos pendientes para ver qué decide el nuevo ministro sobre las obras de construcción de un nuevo teatro de la ópera en la plaza de la Bastilla de París", comenta el responsable del proyecto. Por el momento han conseguido que el compositor Pierre Boulez se convierta en uno de los defensores públicos del nuevo teatro de la ópera.

El ballet, el teatro y el cine fueron también sectores privilegiados.

Lang, acérrimo defensor del cine francés, consiguió que las televisiones públicas estuvieran obligadas a emitir un cierto número de películas nacionales, al tiempo que promovía las coproducciones y concedía ayudas directas a la producción, gracias a las cuales han podido rodar en los últimos años no sólo directores franceses sino también Akira Kurosawa o el egipcio Yussef Chahine.

Los libros

Tal vez uno de los sectores más mimados por Jack Lang fue el de la creación literaria y el libro. El Ministerio de Cultura concedió en 1985 cerca de 100 años sabáticos y becas destinadas a solucionar los problemas económicos de otros tantos, escritores. "Más importante aún fue la ley que fijó un precio único para el libro", explica el presidente del gremio de editoriales.

Jack Lang impidió que los grandes supermercados del libro realizaran fuertes descuentos, porque ello significaba la desaparición de las librerías de barrio y una guerra de las editoriales. Los afectados por la medida ministerial recurrieron ante el Tribunal Europeo de Luxemburgo, pero los jueces de la Comunidad Europea dieron la razón al ministro y ahora son las pequeñas librerías de los doce, y no sólo las francesas, las que se benefician de su determinación.

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