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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un melodrama crítico

Stéfano

De Armando Discépolo (1928). intérpretes: Alfonso de Grazia, Elena Tasisto, José María Gutiérrez,

Roberto Castro, Horacio Peña, Margara Alonso. Música de Sergio Aschiero. Escenografía y vestuario: Luis Diego Pedreira. Dirección: Roberto Mosca. Compañía del Teatro Municipal General San Martín, de Buenos Aires. 62

Festival de Teatro.

Estreno en Madrid, teatro Martín, 18 de marzo.

Por dar un punto de referencia, Stéfano, de Armando Discépolo, tiene un parentesco con algunas tragicomedias de Arniches, con los papeles que escribía para Valeriano León o para Enrique Chicote: elfigurón de una cierta grandeza grotesca, el antihéroe, el perdedor. Tiene también un parentesco en la busca del lenguaje popular y peculiar de clase social: en este caso, el de los emigrantes italianos de primera y segunda generación en la República Argentina. Lenguaje propio y, con él, gestualidad y afectividad también propias: exageración, mímica desbordada, abultamiento de pasiones. Por ahí entronca con el teatro napolitano, hasta con su brizna de Pirandello. El drama social es el del emigrante esterilizado por el medio, el del artista cargado de cadenas por la obligación hacia su propia familia. Quiere decirse que, teniendo todo el aspecto de un melodrama directo y popular, corre por él una veta culta, una mentalidad crítica; sobre todo, repuesto a los sesenta años de su escritura. Es de temer que todo este doble juego se pierda al saltar el Atlántico, y al caer en un país y en un festival acostumbrado a otras formas teatrales. Discépolo es un nombre conocido en España solamente como el de un autor de tangos: era su hermano. Y algo de la esencia trágica y arrabalera del tango está también en esta obra.Considerada así la obra, con un triple fondo -el doble que le puso su autor más el que le añade su reconstrucción-, se ve el valor de un actor como Alfonso de Grazia trabajando el figurón, dándole todos sus excesos, sus ficciones, sus ilusiones, su poesía popular y su tragedia; y la brillantez de la dirección de escena de Roberto Mosca, sobre todo en el epílogo desbordado y gritado. Ni el actor ni el director buscan la complicidad del público, ni más distanciamiento que el que pueda dar el colocar la obra, tal como era, delante de los espectadores, lo cual es de una honradez teatral considerable. En los nombres citados -Discépolo, De Grazia, Mosca- y en algunos más que se añaden al programa se ve la tradición y también la hibridación ítalo-argentina de cuyos orígenes esta obra da testimonio.

En el público del estreno había muchos argentinos o muchos conocedores de esa cuestión social y teatral, lo que facilitó la comprensión de la obra y su éxito.

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