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El canibalismo renovado

La psicoanalista lacaniana Carmen Gayano establece una íntima relación entre el narcisismo y la agresividad. "La agresividad forma parte de la estructura del yo, en cuanto que el sujeto, para tener una ilusión de unidad, necesita constituir una imagen de sí, que sólo halla en la imagen del otro". Juego de espejos que lleva a una conclusión: "O tú o yo. Si uno encuentra la imagen de uno en el otro, éste sobra. Pero al atacarlo te estás atacando a ti mismo".Jesús Ibáñez, desde otro enfoque, juega a la provocación: "El canibalismo no está abolido entre nosotros; la prueba es que en casos límites se sigue practicando la antropofagia. Lo que ocurre es que en la vida cotidiana se ha establecido un pacto y se ha encontrado un tercero, un chivo expiatorio, llamése cordero o vaca, que hace innecesaria esa violencia intraespecífica". Fue Konrad Lorenz, conocido por sus experimentos con patos y peces, quien demostró que si se aísla en un recinto a animales de una misma especie, acaban devorándose. Los expertos, siguiendo a Darwin, cosnideran útil la violencia entre especies, pero consideran dañino la violencia intraespecífica.

Carmen Gayano diferencia la agresividad del instinto de muerte, y la relaciona, en cambio, con el juego de la caza, aunque en la caza hay más deseo que agresividad", subraya. "En la caza sexual se ve claramente que no es una actividad bárbara, sino refinada, un juego sujeto a reglas en el que la presa puede trastrocarse en cazador y éste, por lo mismo, en cazado, como en el mito de Diana, diosa de la caza, atrapada por la mirada de Acteón, su primitiva presa". De ahí que "en ciertos juegos amorosos se desvela que el sujeto se constituye en presa permanente; es decir, se encuentra continuamente a tiro para el otro. Es cierto que cuando dos sujetos se disputan el mismo objeto sexual surge la agresividad entre ambos, pero no porque la caza en sí lo requiera, sino porque hay un semejante que interfiere en la consecución del deseo". Esa rivalidad desaparece si el objeto perseguido no desea ser apresado y elige a un tercero, o si opta por dejarse querer por ambos: simplemente no hay posibilidades de caza. "El miedo al amor o sea a cazar o a ser cazado, impide al juego, inmoviliza al cazador y a la presa". En el crimen pasional, por el contrario, se persigue la destrucción del sujeto: "se mata lo que se revela imposible de cazar".

Jesús Ibáñez, por su parte, no niega que la diferencia de potencial ha sido el principal motor de la historia: si la oveja tuviera cuernos no sería tan débil ante el lobo, pero como no los tiene es efectivamente vulnerable ante él, pero no ante la hierba". Haciendo una trasposición política, Ibáñez contempla en la confrontación Norte-Sur la violencia del fuerte contra el débil.

La sublimación es una de las vías de escape de la agresividad. En el deporte o la política el sujeto muestra su afán de ser el único gallo del corral de una manera no perturbadora para sus congéneres. En el caso del boxeo y la lucha libre se trata de una agresividad directa, un subterfugio de violencia pactada.

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