_
_
_
_
Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Nos quedamos sin violines

El protagonista de Latino es un soldado profesional, un chicano que ha luchado en Vietnam y ahora, aunque sea extraoficialmente, es enviado a combatir en Nicaragua, engrosando y dirigiendo las filas de los contra. Luego, una vez en ese frente oculto que atraviesa las fronteras de Honduras y Nicaragua, el héroe del filme -que se apellida Guerrero- no sólo se enamorará de una mujer que simpatiza con los sandinistas, sino que empezará a interrogarse sobre su papel de gendarme de los intereses de Estados Unidos, sobre cuáles son esos intereses y cuál es la razón por la que no son compartidos por otros países.Estamos, pues, ante una ficción destinada a mostrarnos un proceso de toma de conciencia, algo clásico en el cine de Hollywood, que en muchas ocasiones, partía de borrachines o miedosos a quienes los hechos apartaban del alcohol y el terror para devenir auténticos guerreros, empecinados defensores de los ideales de Lincoln pasados por el tamiz de la censura -el senador McCarthy o algunos de sus aláteres llegaron a confundir las proclamas de Lincoln con el Manifiesto comunista.

Latino

Director y guionista: Haskell Wexler. Intérpretes: Robert Beltrán, Michael Goodwin y Annete Cardon. Estadounidense, 1985. Locales en Madrid: Luna 2, Aluche, Infante, Vaguada M-2.

En Latino, la novedad estriba en que esa concienciación se hace en contra del propio país, que, de verse como patria de la libertad pasa a aparecer como poder favorable a dictadores y perseguidor de humildes campesinos.

El éxito reciente de Bajo el fuego, otra cinta norteamericana abiertamente prosandinista, limita quizá el impacto de Latino, que, sin embargo, no ha conocido la misma tolerancia para su difusión comercial. Las razones de tan distinto trato -Latino no ha podido estrenarse en EE UU- puede que haya que buscarlas tanto en circunstancias de política interna -mayor o menor proximidad de elecciones, momento de la lucha ideológica, etcétera- como en las distintas características de los filmes.

Fuera de los moldes

Bajo el fuego era un producto convencional en el que estaban invertidos los papeles de buenos y malos, pero todo quedaba envuelto en una estructura de relato de aventuras, con su intriga, persecuciones, amoríos y también con sus actores conocidos, sus músicas dispuestas tal como mandan los cánones y, en definitiva, su capacidad para reducir la realidad a los moldes del género. Latino se separa de esos moldes en muchos de sus recursos. Aquí no hay estrellas, aunque sí hay papeles para ellas; no hay música de violines, aunque no faltan escenas de amor; no hay una progresión dramática reforzada por efectos de montaje, pero sí existe un guión estructurado de acuerdo con las normas.Lo que Haskell WexIer ha hecho en Latino es vaciar el filme de los subrayados que hacen que el género nos parezca más intenso que la realidad, de manera que entre sus manos ha quedado un esqueleto excelentemente fotografiado -saca el mejor provecho de un formato clásico, casi cuadrado-, en el que la pretendida objetividad se confunde con una aparente negativa a tomar partido, desmentido el conjunto por la transparente estructuración argumental.

En definitiva, escapar del fortísimo abrazo del cine de Hollywood ni es fácil ni siempre conviene, sobre todo cuando lo único que se tiene para ofrecer en sustitución es un cargamento de buenas intenciones políticas y una sabiduría de filmación que se vuelve en tu contra, pues si la música de violines es contraproducente cuando se habla de Nicaragua, también lo es que las batallas se noten puestas en escena, en un contraste insoportable con esas cámaras vacilantes y sin foco a las que nos ha habituado la televisión.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_