Laurent Fabius asegura que no cederá al chantaje
El primer ministro francés, Laurent Fabius, reiteró ayer, en una declaración oficial de tres minutos de duración transmitida por radio y televisión, que "Francia no cederá a las exigencias de los grupos que mantienen secuestrados a ocho ciudadanos franceses en Beirut". "Mi deber", añadió, "es advertir que puede producirse una nueva escalada de violencia, para presionar sobre el Gobierno y el pueblo francés en período electoral". Fabius aseguró que Francia está dispuesta a discutir "con gentes de buena fe", y pidió a los franceses que se mantengan unidos y firmes.
El secuestro del equipo de periodistas del segundo canal de la televisión francesa en Beirut, capturado por la Yihad Islámica la pasada madrugada, ha colocado al Gobierno de París en una delicada situación, cuando sólo faltan seis días para las elecciones legislativas. El primer ministro, Laurent Fabius, convocó inmediatamente en el palacio de Matigrion a los titulares de Defensa y de Relaciones Exteriores, Paul Quilés y Roland Dumas, respectivamente, así como al secretario general del Elíseo y mano derecha del presidente François Mitterrand, Jean Louis Bianco.Fabius, que parecía muy afectado, explicó al término de la reunión que "el Gobierno posee informaciones preocupantes". "El asunto de los rehenes está tomando un mal cariz añadió; "he dado instrucciones a nuestro embajador en Beirut para que se ponga en contacto con las autoridades libanesas, oficiales y oficiosas, para averiguar dónde han sido llevados y para asegurar su suerte".
Los secuestradores, que ya tenían en su poder a otros cuatro súbditos franceses, exigen que las autoridades galas recuperen a los dos disidentes iraquíes expulsados a Bagdad, al parecer por equivocación, el pasado 19 de febrero.
El ministro de Relaciones Exteriores, por su parte, decidió enviar inmediatamente tres emisarios a Beirut, Damasco y Teherán. Roland Dumas desechó inicialmente la posibilidad de pedir también que actúe como intermediario el médico de origen libanés Reza Raad, tal y como exigió Yihad Islámica. "Nadie designa en nuestro lugar a los emisarios de Francia", aseguró. Sin embargo, a primera hora de la tarde se confirmó que el doctor Raad, un cardiólogo que ya visitó Beirut en tres ocasiones de acuerdo con el Gobierno de París, había emprendido viaje, teóricamente con destino a la capital siria y de forma oficiosa. Raad había dejado claro hace dos días que no tomaría iniciativas personales y que sólo actuaría a petición oficial.
El Gobierno de París consiguió aliviar momentáneamente la tensión a primera hora de la tarde de ayer al informar que el embajador en Bagdad había podido, por fin, entrevistarse personalmente con los dos iraquíes disidentes que fueron expulsados de Francia en febrero, y que los había encontrado "en buen estado de salud". Quedaban desmentidas así oficialmente las informaciones según las cuales uno de ellos había sido ejecutado nada más regresar a Irak.
El origen de la crisis
La expulsión de los dos disidentes -de religión shií y próximos a Irán- ha sido, según todas las interpretaciones, el factor que ha desencadenado la actual crisis. Los portavoces de Yihad Islámica aseguraron inicialmente que habían asesinado al sociólogo Michel Seurat, secuestrado desde el 22 de mayo del año pasado, y que se disponían a hacer lo mismo con uno de los dos diplomáticos franceses que también se encuentran en su poder. "No aceptamos que la ejecución de Seurat sea calificada de crimen imperdonable, cuando los crímenes que padecen los musulmanes están sometidos a controversia", afirmaron fuentes shiíes en Beirut.Las autoridades francesas señalaron que la muerte del sociólogo no ha sido confirmada y que se trata, probablemente, de un nuevo chantaje. Sin embargo, las acusaciones shiíes provocaron una fuerte tormenta política en París, donde nadie supo explicar por qué dos iraquíes opuestos al régimen de su país y que presumiblemente podían ser sometidos a un tribunal marcial por traición fueron expulsados precisamente hacia Bagdad.
Joelle Kauffmann, esposa del periodista Jean Paul Kauffmann, secuestrado al mismo tiempo de Seurat, afirmó que el propio presidente Mitterrand le había explicado que se trata de una "monumental equivocación", "una historia horrible", y que el Gobierno no dio nunca la orden de entregarlos a las autoridades iraquíes. El ministro del Interior, Pierre Joxe, señaló inicialmente que los dos hombres no se habían opuesto a su retorno a Bagdad, pero posteriormente Roland Dumas tuvo que admitir que habían ofrecido resistencia incluso en las escalerillas del avión. Joxe, cogido entre dos fuegos, anunció ayer que los procedimientos que se siguen habitualmente en estos casos serán sometidos a "revisión y examen", pero el ministro del Interior tiene que hacer frente a las acusaciones de varios organismos encargados de la defensa de los derechos humanos que le acusan de "grave incompetencia".
Fuentes próximas al Gobierno admitieron que se había cometido una equivocación, pero añadieron que Yihad Islámica intenta obtener beneficios, aprovechándose del hecho de que el Gobierno hace frente a una campaña electoral.
Las autoridades francesas están cogidas en una trampa, porque a sólo seis días de las elecciones están obligadas, por una parte, a no ceder al chantaje y hacer prueba de firmeza y, por otra, a garantizar la vida de los rehenes. La oposición se mantiene en un discreto silencio, para no entorpecer las febriles negociaciones, pero los socialistas temen que una vez superada la crisis, en uno u otro sentido, utilicen la ocasión para comparar el caso con el de los rehenes norteamericanos, que le costó la presidencia a Jimmy Carter.
El futuro político de Laurent Fabius, que ya quedó afectado por el caso Greenpeace, se encuentra nuevamente en la picota. Fuentes diplomáticas insinuaron que el primer ministro está ejerciendo fuertes presiones sobre Bagdad para evitar que los dos iraquíes sean sometidos a juicio por traición.
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