La Casa Blanca se inclina por los sublevados y sugiere al presidente que dimita
Estados Unidos ha sugerido a Ferdinand Marcos que dimita y deje el poder a la oposición filipina. El pasado sábado por la tarde, la Casa Blanca hizo pública una declaración en la que apoyaba claramente al ministro de Defensa filipino, Juan Ponce Enrile, y al designado jefe del Alto Estado Mayor, general Fidel Ramos. Al mismo tiempo, tras una reunión celebrada anoche por el presidente Reagan con su enviado a Filipinas, Philip Habib, se anunció que, si el Gobierno atacaba a los militares sublevados, cesaría inmediatamente la ayuda militar a Manila.
En la madrugada de hoy, hora peninsular, el presidente norteamericano, Ronald Reagan, se entrevistó con su enviado especial a Filipinas, Philip Habib, recién regresado de un viaje de información de seis días a este país. En la reunión, que duró una hora, se hallaban también el secretario de Estado, George Shultz; el secretario de Defensa, Caspar Weinberger; el vicepresidente, George Bush, y el director de la CIA, William Casey, entre otros altos funcionarios. Al término de la reunión, se anunció que Washington suspendería con carácter inmediato su ayuda militar a Filipinas si las tropas de Marcos atacaban el acantonamiento en el que se hallaban los militares rebeldes. Interrogado por los periodistas el portavoz del Departamento de Estado, Larry Speakes, sobre si la Administración había pedido a Marcos que dimitiera, Speakes dijo, en una breve rueda de prensa tras la reunión citada, que no creía que esa fuera la prerrogativa de los Estados Unidos, sino que era una decisión que correspondía al pueblo filipino. Añadió, sin embargo, que la suspensión de la ayuda "sería una señal clara" para Manila y que el ataque contra los militares sublevados "tendría las más graves consecuencias" para el régimen de Marcos.Durante su estancia en la capital filipina, Habib se entrevistó con el presidente Marcos, con Corazón Aquino y con otros dirigentes políticos, económicos, militares y religiosos del país.
El cerco político establecido en torno a Marcos en Estados Unidos se vio ayer endurecido por las declaraciones de dos influyentes senadores republicanos, Richard Lugar, presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, y David Durenberger, presidente del Comité sobre Espionaje, quienes en el programa de la cadena de televisión NBC Meet the Press dijeron que el presidente Reagan debería decirle a Marcos que dimitiera.
Salir de la crisis
El comunicado de la Casa Blanca del sábado pedía, por otra parte, a los dos bandos del conflicto que no hicieran uso de la fuerza y que trabajaran en una fórmula para salir de la crisis lo antes posible. A pesar del aparente tono de neutralidad utilizado en el documento, en línea con la política de Washington durante todo el proceso electoral filipino, quedaba claro que el apoyo norteamericano se decantaba hacia los rebeldes y, según los observadores, se estaba pidiendo a Marcos que dimitiera.La rebelión del ministro de Defensa y del segundo jefe del Alto Estado Mayor filipino, según el comunicado de la Casa Blanca, refuerza la convicción del Gobierno norteamericano de que el fraude electoral, llevado a cabo fundamentalmente por el partido de Marcos, "fue tan generalizado y extenso que quita toda credibilidad y legitimidad a la elección y pone en entredicho la capacidad del Gobierno para enfrentarse a la creciente insurrección política en el país y a su deteriorada economía".
Funcionarios norteamericanos consideraban ayer que la situación en Manila estaba en una "fase crítica" y que era muy importante que a Marcos no le quedaran dudas de que su apoyo se estaba reduciendo rápidamente.
En el Departamento de Estado, un alto funcionario señaló que Estados Unidos no tuvo conocimiento previo del plan del general Ramos y del ministro de Defensa filipino. Según este funcionario, el ministro.Enrile telefoneó al embajador norteamericano en Manila para informarle de lo que ya estaba en marcha.
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