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Ronald Reagan aprovecha su visita a Granada para lanzar una campaña de ayuda a la 'contra' nicaraguense

Francisco G. Basterra

La pequeña isla caribeña de Granada (94.000 habitantes en una superficie inferior a la de Menorca) tributó ayer un agradecido y festivo recibimiento a Ronald Reagan, comparable al de Bienvenido, Mr. Marshall, en la película de Berlanga, dos años y tres meses después de que los marines invadieran la isla, que, según el presidente, se había convertido en "una colonia soviético-cubana". Reagan utilizó su visita de cuatro horas a la isla de las especias (en su bandera figura una nuez moscada) para lanzar su campaña de ayuda militar a la contra nicaragüense y afirmar que EE UU no permitirá otra Cuba en su patio trasero del mar Caribe.

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Reagan desembarcó, paradojas de la historia, a la una de la tarde, hora local (seis de la tarde, hora peninsular española), en el moderno aeropuerto de Punta Salinas, construido por los cubanos, y cuya presunta utilización como base militar fue una de las principales razones de la invasión norteamericana de la isla el 25 de octubre de 1983. Si al régimen izquierdista del asesinado Maurice Bishop no se le hubieran torcido las cosas, habría sido Fidel Castro, y no Reagan, el encargado de descubrir la placa conmemorativa que ayer destapó éste último en el aeródromo. El secretario de Estado, George Shultz, dijo que, con la acción de Granada, -el mayor y más popular éxito hasta ahora de la política exterior de Reagan- Estados Unidos hizo saber al mundo que va a proteger sus intereses "a cualquier coste".Reagan hizo un llamamiento desde Granada a la unidad de los países democráticos para ayudar al pueblo nicaragüense "a liberarse de la tiranía comunista". En un discurso pronunciado ante miles de personas congregadas en el Queens Park, el presidente norteamericano afirmó que "Estados Unidos debe ayudar a los que luchan por la libertad en Nicaragua, como acudió en ayuda de los granadinos en 1983". Reagan explicó que la situación de los dos países es muy parecida y dijo: "Hoy, en Nicaragua, presenciamos una cadena de acontecimientos similar a la que ocurrió aquí, oímos las mismas excusas para los comunistas, mientras el pueblo de Nicaragua ve desaparecer su libertad".

Desde el Caribe, el presidente aprovechó para acusar al dirigente cubano, Fidel Castro, "cuya tiranía", dijo, "amenaza la paz y la libertad en el hemisferio". El discurso fue un recordatorio de lo que podría ocurrir de nuevo si aumenta la influencia soviético-cubana en la región. "No estaremos satisfechos", afirmó Reagan, "hasta que todos los pueblos de las Américas se nos unan en el cálido resplandor de la libertad y la justicia".

Granada era ayer una fiesta, con un pueblo que bailaba al son de la música reggae. El Gobierno, que preside el dirigente con servador Herbert Blaze, declaró festiva la jornada, y la población fue trasladada gratuitamente, en autobuses y camiones, para escuchar el discurso del presidente norteamericano en un mitin-fiesta amenizado por aires caribeños y abundante ron en el estadio de críquet de Saint George's. En los cines locales proyectaban Las aventuras de Robin Hood. En las calles de esta pintoresca capital, que tiene mucho de pueblo británico colgado de unas colinas enterradas por una apabullante vegetación tropical, se podían ver pancartas de "We love, Ronnie" y "Un millón de gracias por habernos liberado".

Reagan dedicó 60 minutos de su breve estancia a una reunión con los primeros ministros de los países anglófonos del Caribe: Jamaica, Barbados, Santa Lucía, Dominica, Saint Vicent, Saint Kitts-Nevis, Antigua y Trinidad-Tobago. Precisamente éstos fueron los países que pidieron a Estados Unidos la intervención militar de 1983, hecho que le sirvió a la Administración de Reagan para justificar internacionalmente la invasión, que recibió en su día una amplia condena internacional, incluida la de la fiel aliada británica, Margaret Thatcher.

Los jefes de Gobierno caribeños solicitaron al presidente mayor ayuda económica para su desarrollo y un reforzamiento de la iniciativa de la cuenca del Caribe (CBI), un sistema de libertad de exportaciones a EE UU, sin aranceles, para los productos de la región, que estos países consideran insuficiente para salir de su dependencia del gigante norteamericano. El presidente les ofreció buenas palabras, pero es difícil que EE UU, muy preocupado por reducir su enorme déficit presupuestario, comprometa más dinero en ayuda exterior.

Seguridad y desarrollo

La ayuda económica para salir del subdesarrollo es lo que importa sobre todo a estas pequeñas naciones independientes, que no están tan obsesionadas como EE UU por Nicaragua.Pero Reagan insiste sobre todo en el tema de la seguridad, y no estaba dispuesto a desaprovechar ayer la magnífica imagen televisiva, de cara a la opinión pública de EE UU, de su presidente aclamado como el liberador de este pequeño país, situado a 100 millas al norte de la costa de Venezuela. Reagan necesita esta imagen para justificar la inmediata petición a un Congreso reaccio de 70 millones de dólares en ayuda militar para la contra, que trata de acabar con el sandinismo. Para ello, Reagan volvió a establecer aquí el paralelismo entre Nicaragua y Granada, que le permite afirmar que "para quienes exportan la tiranía, la operación de Granada [nunca la califica de invasión] es una lección que no olvidarán pronto". Reagan también utilizó su viaje para vender su filosofía de la iniciativa privada y la libre empresa, como fórmula capaz de sacar a estos países del subdesarrollo.

Para el presidente, Granada puede ser el ejemplo que apoya su teoría y el Gobierno de Herbert Blaize se ha embarcado en un cambio de rumbo, que apuesta por la invasión del sector privado, nacional y extranjero, como motor de un crecimiento económico que este año puede alcanzar el 3%. Se han puesto a la venta empresas estatales y se han reformulado las políticas fiscales y de inversiones. Un ejemplo de la bondad de la iniciativa privada es el milagro ofrecido por un industrial de Boston que, estimulado por la Casa Blanca bajo la cobertura de una fundación privada, puso ayer en marcha la televisión de Granada.

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