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La diplomacia recobra su dinamismo

Pilar Bonet

La diplomacia de la URSS ha cobrado nuevo dinamismo, desde que Andrei Gromiko abandonó el ministerio de Asuntos Exteriores, y ha superado los obstáculos que la metieron en un callejón sin salida, hasta paralizarla en tiempos de Yuri Andropov, con la retirada de las conversaciones de desarme de Ginebra en el otoño de 1983.

La URSS toca ahora frentes muy diversos. Desde la institucionalización del diálogo en la cumbre con Washington hasta el acercamiento a China o a Europa Occidental. Moscú trata de caldear sus relaciones con Japón, de consolidarla integración económica con Europa Oriental y de subrayar los factores de aproximación con las diversas tendencias comunistas, así como de seguir ampliando su base en el mundo árabe.

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Konstantín Chernenko, que parece ahora no haber existido, dio luz verde a las conversaciones sobre armas nucleares de Ginebra. A Gorbachov le ha tocado protagonizar la primera cumbre soviético-norteamericana desde 1979. Ni la retirada de los misiles de alcance medio norteamericanos de Europa ni la renuncia a la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI) han sido obstáculos insalvables para negociar. Después de haberse entrevistado con Gorbachov, el senador norteamericano Edward Kennedy dijo que el dirigente soviético ya no pide que EE UU renuncie al programa SDI para llegar a un acuerdo sobre los misiles de alcance medio en Europa. Kennedy opina que Gorbachov duda de la utilidad de otra cumbre si no hay progresos en el control de armamento.

Sacrificios económicos

Moscú sigue tratando de que EE UU interrumpa su programa SDI, que el Kremlin considera ofensivo, y teme los sacrificios económicos que supondría verse metida de lleno en una competición en este ámbito. Moscú ha tratado de ganarse a los aliados europeos de Washington con una escalada de propuestas de desarme que preven la eliminación total de las armas nucleares para fin de siglo. La SDI, para Moscú, viola el espíritu de Ginebra, aunque Reagan jamás prometió renunciar a ella.

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Pese a la actividad, los resultados concretos en política exterior son aún escasos. Estados Unidos no ha secundado la moratoria sobre explosiones atómicas. Ha habido un cierto deshielo con Japón en la visita de Edvard Shevardnadze a Tokio, pero sigue pendiente el contencioso de las islas Kuriles. Corea del Norte parece haberse acercado algo más a Moscú, pero los analistas consideran que Pekín es en última instancia una baza más segura para Piongyan por razones de proximidad.

La URSS ha subrayado su voluntad de soluciones políticas en el conflicto de Afganistán, pero las condiciones para la retirada de las tropas soviéticas (115.000 hombres, según fuentes occidentales) no son aceptadas por Pakistán. Los obstáculos para la mejora de relaciones con los vecinos chinos no se han alterado, pese a una mejora en el comercio.

En cuanto a Israel, ni el restablecimiento de relaciones diplomáticas ni la eventual emigración masiva de judíos soviéticos se han confirmado. Sin embargo, hay gestos interpretados positivamente, como la liberación del disidente judío Anatoli Charanski.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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