Madrid pierde

La oferta de Unión Internacional de Comercio (Unico) al concurso de Las Ventas había impresionado a todos los estamentos taurinos. Se trataba de un excelente trabajo de marketing, realizado con criterios empresariales modernos. Pero, principalmente, era un regalo para la afición de Madrid, porque satisfacía su antigua aspiración de disponer de una temporada en plenitud, creativa, abundante en festejos, conmemoraciones. El consejero de Cultura de la Comunidad de Madrid, al rechazar esta oferta, adoptó una decisión política de enorme trascendencia, en la que Madrid pierde y hasta la fiesta pierde, pues la "primera plaza del mundo" ejerce una proyección inmediata sobre todo el toreo.La ha rechazado, además, en beneficio de la propuesta más pobre e inconcreta y menos creativa. Ni siquiera la proclamada solvencia del adjudicatario es suficiente razón para darle la plaza, pues los otros la acreditaban también.

Todo el concurso ha sido una gran ceremonia de la confusión, mientras generaba indicios suficientes para que, meses antes, permitiera adivinar el fallo que se produjo ayer. Las argumentaciones en favor de la objetividad, expuestas hasta la extenuación por los diputados Gómez-Angulo y Hernández, no surtieron efecto, aunque tienen el valor testimonial y ejemplificador de responsabilidad política, tan necesaria en este proceso. Cuando la fiesta de toros y el pueblo de Madrid resultan seriamente afectados, los errores adquieren caracteres de gravedad y exigen explicaciones. Las que contiene el acta de adjudicación no bastan.