Poco para tantos
La primera jornada de pop-rock en los carnavales madrileños se celebró con una actuación de Los Elegantes entre dos números de apertura y cierre de la velada que ofrecieron Alcatraz y La Orquesta, nueve músicos veteranos con dos cantantes femeninas, cuyo estilo chocó con el rock and roll del cuarteto madrileño. Los asistentes rechazaron la imagen y la música de Alcatraz en los primeros minutos, y al final se regocijaron con ironía. La Orquesta interpretó con tono ceremonioso el popular tema proafricano We are the world, encadenado con Cantaré, cantarás, y los espectadores levantaron sus brazos con unos cuernos por manos que se balancearon.La mayor parte de los que acudieron quería bailar, cantar, vibrar con Los Elegantes. Y lo hizo, a pesar de las continuas deficiencias del sonido de uno de los altavoces, situado a la derecha del escenario. El grupo había optado por un cambio del equipo horas antes del concierto, porque no le convencía el que se había instalado. Las canciones de expresiones ingenuas y simples y de ritmo y guitarras vibrantes y contagiosas que componen y recrean Los Elegantes en directo son las razones más sobresalientes del actual panorama rocanrolero español. Se mueven con soltura en escena, sonríen y animan entre sí. Saltan, gritan y el público se emociona con ellos.
Conciertos de los carnavales 86
Primera jornada, viernes 7 de febrero: Los Elegantes y Alcatraz, La Orquesta; segunda jornada, sábado 8: Magenta y Semen Up. Carpa en el Templo de Debod, Madrid.
Semen Up
En la segunda jornada, las previsiones de los responsables municipales parecieron cortas. Algunos miles de jóvenes, identificados con la idea afortunada de que Madrid debía sentirse festiva y popular, acudieron al acontecimiento que les merecía la pena por simple afinidad y se encontraron con un recinto que apenas podía acoger a 5.000 de ellos.Magenta, un trío burgalés de imagen y oferta creativa muy peculiares, salieron al escenario con casi media hora de retraso y abrieron con su mejor canción, La reina del salón. Marta Barriuso jugueteó con su voz y gargajeó, susurró e incluso berreó con arte personalísimo. Pilar Gil se inclinó hacia su violín y se quejó y enterneció. Y Rosario Mazuela, que añadía una tercera voz, se amarró al ritmo duro de su bajo. Las tres, apoyadas por un batería y una teclista, interpretaron, espontáneas más que virtuosas, sus composiciones frías y conceptuales, quizá por la fatigosa y monótona caja de ritmos o por la influencia de los arreglos que se realizaron para el disco. Pía, hermana de Rosario, intervino para cantar a dúo una pieza alegre y de coros brillantes llamada Los salvajes y para danzar después y proyectarse en sombras chinescas.
En Sacromonte, Marta se lució: tarareó con la pasión de una cantora mora en suelo cristiano, o quizá de una cantora cristiana en tierra mora. Después, en la segunda actuación, Alberto Comesaña procedente de Vigo, salió con aire de sacerdote católico provocativo y presentó en escena su montaje de porno-rock -como él dice- al frente del septeto Semen Up. Alberto Vergara -que también se llama a sí mismo- cantó del orgasmo y otras virtudes de su virilidad o "de la incesante búsqueda del amor en la noche". Desde Lo estás haciendo muy bien, Semen Up ha progresado como banda, en sonido y arreglos -va a publicar un disco producido por Julián Ruiz-, pero su muestra de insinuaciones se derrumba con una imagen de un protagonista que ni siquiera marca paquete. Y Marvin Gaye, aunque con pantalones de campana, sí lo hacía.
Babelia
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