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EL REFERÉNDUM SOBRE LA OTAN

Un vaso de aceite de ricino para la militancia socialista

Defender la permanencia de España en la Alianza provoca amargura en numerosos miembros del PSOE

"El referéndum para la permanencia de España en la OTAN es un vaso de aceite de ricino que la ejecutiva del partido nos va a hacer beber a fecha fija", comentaba tan sólo hace unas horas un viejo afiliado del PSOE para definir el estado de ánimo y la actitud de impotencia y resignación que embarga a amplios sectores del partido del Gobierno.

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El partido socialista, tras el giro copernicano imprimido a sus posturas antiatlantistas por el presidente del Gobierno, se encuentra dividido en dos grandes bloques, que a su vez reúnen distintas posiciones matizadas, en torno al referéndum: los fervientes partidarios de la nueva línea oficial a favor de la permanencia en la OTAN y los partidarios de la salida de España de la citada organización.En el primer bloque, que es el que ha impuesto sus tesis favorables a la Alianza Atlántica como postura oficial del PSOE, se encuentra la ejecutiva estatal del partido, el Gobierno y la mayor parte de los cargos públicos nombrados por la Administración socialista. Dentro de este bloque, sin embargo, existe junto a la línea mayoritaria, que sigue al pie de la letra y sin aparentes dudas la postura oficial (referéndum y solicitud de voto afirmativo), un amplio grupo de relevantes personalidades (Luis Solana, Francisco Fernández Ordóñez, etcétera), que siendo partidarios de la permanencia en la OTAN, han expresado recientemente sus dudas sobre la conveniencia de celebrar la consulta popular sobre este tema. Buena parte de estas personalidades se habían pronunciado a favor de la Alianza Atlántica cuando todavía la postura del PSOE era contraria a la integración de España.

En el bloque contrario, cuyo denominador común es la fidelidad a las tesis antiatlantistas con que concurrió el PSOE a las elecciones legislativas de 1982, se encuentran colectivos como UGT, Izquierda Socialista, Juventudes Socialistas, algunas federaciones regionales y multitud de militantes sin adscripción definida dentro del partido. El triunfo de las posturas favorables a la OTAN dentro del partido, las veladas y públicas amenazas desde la ejecutiva contra los militantes que no acaten los acuerdos y resoluciones oficiales en este tema y el dilema íntimo que se plantea en muchos afiliados entre su convicción de su deber de apoyar al Gobierno y al PSOE y sus escrúpulos para propiciar la integración de España en una organización militar explican la diversidad de actitudes en estos grupos para justificar, desde la resignación, su postura pública ante el referéndum.

Dos exigencias

Izquierda Socialista, descabezada hace pocas semanas de su líder más conocido (Pablo Castellano fue nombrado miembro del Consejo General del Poder Judicial), ha ido reconduciendo su oposición a la OTAN desde la derrota de sus tesis en el último congreso del PSOE. Las últimas declaraciones públicas de los líderes de esta corriente se han limitado a exigir la celebración del referéndum y que los resultados del mismo sean vinculantes. Ambas exigencias, la primera de manera formal y la segunda mediante declaraciones de Felipe González, han sido satisfechas. No harán campaña por la salida de España de la OTAN, aunque participarán lo menos posible -son muy vulnerables a las represalias- en la solicitud de un voto favorable a la Alianza Atlántica.Juventudes Socialistas se encuentra en un dilema parecido. Fuentes de esta organización informaron ayer que este mismo mes se va a celebrar un comité federal, máximo órgano de dirección entre congresos, que adoptará una postura oficial sobre el referéndum. Es previsible que la citada resolución se produzca en términos similares a la de Izquierda Socialista, evitando cualquier beligerancia contra el partido y el Gobierno de Felipe González.

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La postura de UGT contraria a la OTAN, que no se puede disociar de otros enfrentamientos con el Gobierno (política económica, reducción de las pensiones, etcétera), siendo la más independiente de las expresadas por la familia socialista, ha sido también matizada en las últimas horas. Se pedirá el no a la Alianza Atlántica a niveles casi testimoniales, sin colaborar con otras fuerzas políticas o sindicales contrarias a la integración y sin organizar actos públicos, mítines o propaganda electoral. La desobediencia de numerosos dirigentes de UGT (Manuel Chaves, Matilde Femández, José Ángel Villa) que hacen campaña a favor de la OTAN y de los propios afiliados del PSOE, incluidos el presidente del Gobierno y los ministros, que también son militantes del sindicato y están obligados a respetar las resoluciones del último congreso de esta central, hacen poco creíble la posibilidad de que se adopten medidas disciplinarias.

Algo parecido le ocurre al PSOE con respecto a sus afiliados ugetistas que hagan campaña o se pronuncien en contra de las tesis oficiales a favor de la permanencia en la Alianza Atlántica. No es previsible que se produzca un intercambio de sanciones entre UGT y PSOE. Un síntoma claro de esto es que los citados Chaves, Fernández y Villa, en el confederal de UGT, se abstuvieron y no votaron en contra del acuerdo de propiciar el no ala OTAN.

Esta situación, junto a las reticencias de algunas federaciones y barones, que aunque públicamente no se manifiesten contra la OTAN no dudan en criticar en privado la decisión de permanecer en la misma, han polarizado la campaña socialista del referéndum en torno a los viejos militantes felípistas, al amplio aparato de poder ("los fantaneros") del vicepresidente Guerra y a los cargos públicos en la Administración y empresas estatales cuya tibieza en este tema puede costarles el puesto. Se trata de cerrar filas alrededor del presidente del Gobierno y de la ejecutiva estatal del PSOE, como se dijo en una reciente reunión de la fontanería de Moncloa y de los guerristas, y las suspicacias y desconfianzas sobre el calor atlantista de algunos líderes socialistas están a la orden del día.

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